Tar Valon era la ciudad presidida por la Torre Blanca, el lugar donde el Poder lo tocaba todo con la gracia de las Aes Sedai, esas mujeres misteriosas que, para bien o para mal, atraían la atención de todo el mundo.
Así ocurría también en las aldeas que se encontraban a orillas del río que fluía alrededor de la gran urbe.
Y la casa de Claiman no iba a ser distinta. Ya desde tiempo atrás, cuando Claiman era simplemente un bebé, estaba fuertemente vinculada a la torre, puesto que su hermano mayor había partido a poner su espada bajo su servicio. Desde entonces pocas habían sido las noticias que habían tenido de él, no obstante, la vida de un soldado es una vida de entrega, en la que todos los lazos familiares se ven fuertemente debilitados ante otra serie de compromisos que en ocasiones llegan a ir más allá de lo comprensible y razonable.
Si bien las noticias de Claiol habían sido pocas, estas habían entusiasmado al buen Claiman, quien, alimentado ya desde pequeño por aventuras y desventuras que se relataban en las frías noches al lado del fuego, había decidido unirse también a la guardia de la Torre, con un objetivo claro, intentar mantener a ralla al Oscuro, con la Luz guiándolo para siempre.
Hoy es el día en que la aventura comienza, el día en el que al amanecer, y tras ayudar a su padre con los caballos pondrá rumbo a la Torre Blanca para iniciar allí su entrenamiento.
(relato) - inicios en la torre - Claiman
Re: (relato) - inicios en la torre - Claiman
Tras maravillarse una vez más con la magnitud de la torre, y luego de recorrer la parte pública en busca del capitán de la guardia, Claiman entra con decisión en el despacho de este llamando antes con tres golpes secos pero firmes a la puerta.
Jimar Chubain esta fumando mientras revisa unos informes del cuerpo de guardia. Jimar Chubain grita 'adelante!'
Con un gesto serio y decidido Claiman traspasa el marco de la puerta.
Sin grandes ostentaciones (a diferencia de las maravillas de la Torre Blanca), la Guardia se apaña con sobrias pero funcionales salas de escaso mobiliario. Incluso el despacho del Gran Capitán es un despacho sencillo, más propio de un carcelero que de un capitán.
Jimar Chubain alza la vista y contempla por unos segundos al muchacho que, como todos, llega con la mirada embobada tras su primer contacto con la Torre, al parecer.
Jimar Chubain dice 'saludos, muchacho’
Claiman dice 'saludos señor, me han dicho que tendría que hablar con vos'
Jimar Chubain observa al recién llegado de arriba abajo y deja la pipa humeante.
Jimar Chubain dice 'y que deseas?'
Claiman dice 'supongo que lo que muchos más antes que yo, deseo servir a la guardia de la Torre en estos tiempos tan adversos'
Jimar Chubain se levanta y rodea su mesa para aproximarse al muchacho. Claiman se mantiene en pié, firme y con la mirada al frente.
Jimar Chubain dice 'mal empezamos si tu primera aportación es decirme que deseas lo que muchos antes que tú. Volveré a preguntar, ¿qué deseas?'
Claiman dice 'lo que muchos antes que yo, poner mi espada al servicio de la guardia de la Torre, y morir por ella si es necesario'
Jimar Chubain ríe divertido y después clava sus ojos en los grises del muchacho.
Jimar Chubain dice 'tienes miedo de hablar por ti mismo? por qué insistes en que quieres lo mismo que muchos antes que tú?'
Un Guardia de la Torre llega con unos papeles, saluda y tras dejarlos sobre la mesa, se retira.
Claiman inclina ligeramente la cabeza en señal de respeto al que será su superior, pero mantiene una mirada decidida.
Jimar Chubain vuelve detrás de su mesa y se sienta sin dar permiso al joven para que haga lo mismo.
Jimar Chubain dice 'esta bien, veamos, dime tu nombre'
Claiman dice 'mi nombre es Claiman'
Jimar Chubain dice 'cual es tu procedencia?'
Claiman se mantiene en pie, sin dar muestras de debilidad o nerviosismo.
Jimar Chubain estudia con discreción el lenguaje corporal de Claiman y toma nota mental de sus observaciones.
Claiman dice 'nací en la aldea de Daghaind, a unos pocos kilómetros de aquí'
Jimar Chubain dice 'y a que te dedicabas hasta que pensaste cambiar el rumbo de tu vida?' Jimar Chubain coge la pipa y continúa fumando.
Claiman dice 'mi padre es tratante de caballos, le ayudaba en las tareas de los establos' Jimar Chubain asiente pensativo.
Jimar Chubain dice 'todos venís aquí con grandes ínfulas y más grandes aspiraciones, pero esto no es un ejército que sale a la frontera con la Gran Llaga para combatir engendros, muchacho, sino uno que vela por la seguridad de la ciudad y por la de nuestra Sede Amyrlin'
Jimar Chubain continúa 'con todo y con eso, el entrenamiento es muy duro, y muchos no consiguen llegar a prosperar '
Claiman piensa que defender a la Sede puede ser más peligroso que estar en la Llaga, pero se mantiene impasible.
Jimar Chubain dice 'necesito saber si estás dispuesto a fregar letrinas y cepillar caballos, porque esas tareas son tan importantes como saber luchar y mantener la espada preparada'
Claiman dice 'no todos debemos morir en la Llaga señor, la lucha contra el Oscuro debe hacerse en todas partes'
Jimar Chubain asiente complacido con la respuesta.
Claiman dice 'y estoy dispuesto a hacer todo aquello que se me ordene, señor'
Jimar Chubain dice 'veo que tienes las ideas claras y por la Luz espero que siga siendo así después de un mes con nosotros. De otro modo, te invitaremos a marchar'
Claiman piensa que la entrevista está yendo bien, pero pese a todo decide mantenerse firme sin dar un ápice de ceder en sus intenciones.
Jimar Chubain deja la pipa y se levanta de nuevo. Jimar Chubain dice 'algo más que decir?'
Claiman duda un momento y a continuación añade 'sí señor, no he venido aquí simplemente a hablar, cuáles son mis primeras tareas?'
Jimar Chubain se ríe con ganas.
Jimar Chubain dice 'no corras tanto, muchacho, el temple y la paciencia son buenos consejeros.
En cuanto salgas de aquí busca al intendente para que te asigne un camastro y un armario'
Claiman dice 'pese a todo, no creo que un hombre cruzado de brazos sea lo que necesitáis, me equivoco?'
Jimar Chubain golpea ligeramente el tablero de la mesa con la cazoleta de la pipa.
Jimar Chubain dice 'yo seré quien diga lo que necesitamos, entendido?’ ahora la expresión del capitán es seria.
Claiman se sobresalta un instante por el golpe y el grito, pero se recompone y asiente con un gesto rápido a la vez que dice 'entendido, señor'
Jimar Chubain dice 'eso está mejor. Acostúmbrate a no rebatir ni adelantarte, Claiman '
Jimar Chubain dice 'nos vendrá bien alguien que se ocupe en los establos después de los entrenamientos'
Claiman toma nota mental de la orden, no se le olvidará. Claiman dice 'a ese trabajo no me costará adaptarme, señor'
Jimar Chubain dice 'pronto sabrás quién se ocupara de dichos entrenamientos. No te preguntaré si sabes usar un arma porque aquí siempre entendemos que no, y deberás empezar desde cero al ritmo que marque tu instructor, entendido?'
Claiman asiente con un gesto de cabeza.
Claiman dice 'entendido, señor'
Jimar Chubain dice 'esta bien, puedes retirarte... y que la Luz te guíe '
Claiman dice 'que la luz os guíe, señor'
Claiman se cuadra y saluda de forma militar a su capitán.
Jimar Chubain taconea y saluda a Claiman antes de volver a su asiento desde donde llama a uno de los guardias de la puerta.
El guardia hace un gesto a Claiman para que lo siga fuera del despacho y el muchacho lo acompaña con paso decidido.
Jimar Chubain esta fumando mientras revisa unos informes del cuerpo de guardia. Jimar Chubain grita 'adelante!'
Con un gesto serio y decidido Claiman traspasa el marco de la puerta.
Sin grandes ostentaciones (a diferencia de las maravillas de la Torre Blanca), la Guardia se apaña con sobrias pero funcionales salas de escaso mobiliario. Incluso el despacho del Gran Capitán es un despacho sencillo, más propio de un carcelero que de un capitán.
Jimar Chubain alza la vista y contempla por unos segundos al muchacho que, como todos, llega con la mirada embobada tras su primer contacto con la Torre, al parecer.
Jimar Chubain dice 'saludos, muchacho’
Claiman dice 'saludos señor, me han dicho que tendría que hablar con vos'
Jimar Chubain observa al recién llegado de arriba abajo y deja la pipa humeante.
Jimar Chubain dice 'y que deseas?'
Claiman dice 'supongo que lo que muchos más antes que yo, deseo servir a la guardia de la Torre en estos tiempos tan adversos'
Jimar Chubain se levanta y rodea su mesa para aproximarse al muchacho. Claiman se mantiene en pié, firme y con la mirada al frente.
Jimar Chubain dice 'mal empezamos si tu primera aportación es decirme que deseas lo que muchos antes que tú. Volveré a preguntar, ¿qué deseas?'
Claiman dice 'lo que muchos antes que yo, poner mi espada al servicio de la guardia de la Torre, y morir por ella si es necesario'
Jimar Chubain ríe divertido y después clava sus ojos en los grises del muchacho.
Jimar Chubain dice 'tienes miedo de hablar por ti mismo? por qué insistes en que quieres lo mismo que muchos antes que tú?'
Un Guardia de la Torre llega con unos papeles, saluda y tras dejarlos sobre la mesa, se retira.
Claiman inclina ligeramente la cabeza en señal de respeto al que será su superior, pero mantiene una mirada decidida.
Jimar Chubain vuelve detrás de su mesa y se sienta sin dar permiso al joven para que haga lo mismo.
Jimar Chubain dice 'esta bien, veamos, dime tu nombre'
Claiman dice 'mi nombre es Claiman'
Jimar Chubain dice 'cual es tu procedencia?'
Claiman se mantiene en pie, sin dar muestras de debilidad o nerviosismo.
Jimar Chubain estudia con discreción el lenguaje corporal de Claiman y toma nota mental de sus observaciones.
Claiman dice 'nací en la aldea de Daghaind, a unos pocos kilómetros de aquí'
Jimar Chubain dice 'y a que te dedicabas hasta que pensaste cambiar el rumbo de tu vida?' Jimar Chubain coge la pipa y continúa fumando.
Claiman dice 'mi padre es tratante de caballos, le ayudaba en las tareas de los establos' Jimar Chubain asiente pensativo.
Jimar Chubain dice 'todos venís aquí con grandes ínfulas y más grandes aspiraciones, pero esto no es un ejército que sale a la frontera con la Gran Llaga para combatir engendros, muchacho, sino uno que vela por la seguridad de la ciudad y por la de nuestra Sede Amyrlin'
Jimar Chubain continúa 'con todo y con eso, el entrenamiento es muy duro, y muchos no consiguen llegar a prosperar '
Claiman piensa que defender a la Sede puede ser más peligroso que estar en la Llaga, pero se mantiene impasible.
Jimar Chubain dice 'necesito saber si estás dispuesto a fregar letrinas y cepillar caballos, porque esas tareas son tan importantes como saber luchar y mantener la espada preparada'
Claiman dice 'no todos debemos morir en la Llaga señor, la lucha contra el Oscuro debe hacerse en todas partes'
Jimar Chubain asiente complacido con la respuesta.
Claiman dice 'y estoy dispuesto a hacer todo aquello que se me ordene, señor'
Jimar Chubain dice 'veo que tienes las ideas claras y por la Luz espero que siga siendo así después de un mes con nosotros. De otro modo, te invitaremos a marchar'
Claiman piensa que la entrevista está yendo bien, pero pese a todo decide mantenerse firme sin dar un ápice de ceder en sus intenciones.
Jimar Chubain deja la pipa y se levanta de nuevo. Jimar Chubain dice 'algo más que decir?'
Claiman duda un momento y a continuación añade 'sí señor, no he venido aquí simplemente a hablar, cuáles son mis primeras tareas?'
Jimar Chubain se ríe con ganas.
Jimar Chubain dice 'no corras tanto, muchacho, el temple y la paciencia son buenos consejeros.
En cuanto salgas de aquí busca al intendente para que te asigne un camastro y un armario'
Claiman dice 'pese a todo, no creo que un hombre cruzado de brazos sea lo que necesitáis, me equivoco?'
Jimar Chubain golpea ligeramente el tablero de la mesa con la cazoleta de la pipa.
Jimar Chubain dice 'yo seré quien diga lo que necesitamos, entendido?’ ahora la expresión del capitán es seria.
Claiman se sobresalta un instante por el golpe y el grito, pero se recompone y asiente con un gesto rápido a la vez que dice 'entendido, señor'
Jimar Chubain dice 'eso está mejor. Acostúmbrate a no rebatir ni adelantarte, Claiman '
Jimar Chubain dice 'nos vendrá bien alguien que se ocupe en los establos después de los entrenamientos'
Claiman toma nota mental de la orden, no se le olvidará. Claiman dice 'a ese trabajo no me costará adaptarme, señor'
Jimar Chubain dice 'pronto sabrás quién se ocupara de dichos entrenamientos. No te preguntaré si sabes usar un arma porque aquí siempre entendemos que no, y deberás empezar desde cero al ritmo que marque tu instructor, entendido?'
Claiman asiente con un gesto de cabeza.
Claiman dice 'entendido, señor'
Jimar Chubain dice 'esta bien, puedes retirarte... y que la Luz te guíe '
Claiman dice 'que la luz os guíe, señor'
Claiman se cuadra y saluda de forma militar a su capitán.
Jimar Chubain taconea y saluda a Claiman antes de volver a su asiento desde donde llama a uno de los guardias de la puerta.
El guardia hace un gesto a Claiman para que lo siga fuera del despacho y el muchacho lo acompaña con paso decidido.
Re: (relato) - inicios en la torre - Claiman
Pasan los días, el sol se alza y se pone y la vida en la Torre Blanca continúa, y Claiman se mantiene constante en su deseo de servirla por encima de todo.
No son pocas las ocasiones en las que recuerda aquella frase que le dijo su capitán el día que ingresó en la guardia de la torre: todos venís aquí con grandes ínfulas y más grandes aspiraciones, pero esto no es un ejército que sale a la frontera con la Gran Llaga para combatir engendros, muchacho, sino uno que vela por la seguridad de la ciudad y por la de nuestra Sede Amyrlin
La disciplina es una constante, el ejercicio, los entrenamientos y el esfuerzo empiezan a mostrarse en su cuerpo, es diestro ya en el uso de la espada, pese a que sabe que le queda mucho por aprender y mejorar, se preocupa de cumplir con todo lo que se le ordene y se ha vuelto, si cabe, más disciplinado, su mente se convierte en la de un soldado, dispuesto a acatar órdenes y cumplirlas, sea cual sea el precio.
No olvida tampoco las tareas que Jimar Chubain le encomendó y diariamente dedica el tiempo que le queda a trabajar en los establos, su relación con los animales siempre ha sido buena y eso no ha cambiado aquí.
Es precisamente en los establos donde se siente único, ya desde pequeño su padre le decía que tenía cierto don con los caballos, y Claiman había descubierto que no era solo con ellos, los perros, o incluso las aves parecían tener cierta conexión con el joven que, sin entender de todo el porqué, obtenía de ellos grandes resultados.
Estando en los establos recuerda las largas jornadas de trabajo con el viejo, las horas domando potros que luego su padre vendía, animales preparados para cumplir con su jinete, fuertes y nobles, de los que rara vez se tenía queja.
Cuando caía la noche, el cansancio en Claiman era palpable, pero no por ello cejaba un segundo en sus labores, sabía que ese era su deber y lo cumpliría hasta el fin de sus días.
No son pocas las ocasiones en las que recuerda aquella frase que le dijo su capitán el día que ingresó en la guardia de la torre: todos venís aquí con grandes ínfulas y más grandes aspiraciones, pero esto no es un ejército que sale a la frontera con la Gran Llaga para combatir engendros, muchacho, sino uno que vela por la seguridad de la ciudad y por la de nuestra Sede Amyrlin
La disciplina es una constante, el ejercicio, los entrenamientos y el esfuerzo empiezan a mostrarse en su cuerpo, es diestro ya en el uso de la espada, pese a que sabe que le queda mucho por aprender y mejorar, se preocupa de cumplir con todo lo que se le ordene y se ha vuelto, si cabe, más disciplinado, su mente se convierte en la de un soldado, dispuesto a acatar órdenes y cumplirlas, sea cual sea el precio.
No olvida tampoco las tareas que Jimar Chubain le encomendó y diariamente dedica el tiempo que le queda a trabajar en los establos, su relación con los animales siempre ha sido buena y eso no ha cambiado aquí.
Es precisamente en los establos donde se siente único, ya desde pequeño su padre le decía que tenía cierto don con los caballos, y Claiman había descubierto que no era solo con ellos, los perros, o incluso las aves parecían tener cierta conexión con el joven que, sin entender de todo el porqué, obtenía de ellos grandes resultados.
Estando en los establos recuerda las largas jornadas de trabajo con el viejo, las horas domando potros que luego su padre vendía, animales preparados para cumplir con su jinete, fuertes y nobles, de los que rara vez se tenía queja.
Cuando caía la noche, el cansancio en Claiman era palpable, pero no por ello cejaba un segundo en sus labores, sabía que ese era su deber y lo cumpliría hasta el fin de sus días.
Re: (relato) - inicios en la torre - Claiman
antes de continuar lea:
viewtopic.php?f=2&p=212#p212
viewtopic.php?f=2&p=212#p212
Re: (relato) - inicios en la torre - Claiman
Adiós a la guardia
La vida de Claiman parecía haber dado un vuelco en cuestión de minutos y, a la vez, parecía seguir igual que cuando formaba parte de la guardia de la torre, sin embargo algo no le hacía demasiada gracia de cómo lo había tratado ese gaidin, de hecho, ahora que lo pensaba, no se había ni presentado, ¿que clase de superior no daba su nombre a los soldados a los que entrenaba?, ¿cómo puede ser que tenga que empezar desde cero?. Había demostrado muchas más capacidades que alguno de sus compañeros, ¿y los ponían al mismo nivel?, y a todo eso se le sumaba la última orden ¡nada de mujeres!, que clase de orden era esa?, de todos era sabido que un soldado necesitaba sus momentos de… relajación.
El joven encaminó sus pasos hacia la salida del patio de entrenamiento con todas estas ideas dando vueltas en su cabeza, no tenía nada claro que aquella decisión fuese la correcta, y además, había algo en el fondo de sus pensamientos que aún lo atormentaba más, esa conversación con el capitán de la guardia. Esa conversación que había sucedido hacía apenas unas horas en el despacho del mayor pero que, sin darse cuenta, ya retumbaba en su cabeza como un eco pasado.
----
Participantes: Claiman y mob Jimar Chubai, interpretado por un inmortal.
Claiman entró en el despacho abriendo la puerta de golpe y algo apresurado, se le ha hecho tarde en sus quehaceres y aún le queda trabajo por delante.
El despacho del Mayores una habitación sin grandes ostentaciones (a diferencia de las maravillas de la Torre Blanca), la Guardia se apaña con sobrias pero funcionales salas de escaso mobiliario. Incluso el despacho del Gran Capitan, en el que te encuentras, es un despacho sencillo, mas propio de un carcelero que de un capitán, en el centro de la estancia hay un macizo escritorio de madera oscura, Jimar Chubai repasa unos documentos, él es el capitán de la orden militar que conforma la Guardia de la Torre Blanca. Después del ataque de los Seanchan ha perdido muchos hombres, y parece que su orgullo se ha debilitado un poco. Todavía se muestra muy receloso con el ejército de Bryne, pero sabe que ha de ir aceptando la realidad.
El Mayor Chubai dice 'Luz, que pretendes, muchacho?
Claiman se gira sorprendido -Lo.., lo siento señor, lo cierto es que no esperaba encontrarle aquí.
¿Acaso entras en mi despacho sin permiso? –dijo el Mayor Chubai mientras se levantaba de su escritorio y fruncía el ceño por la actitud del soldado.
Solo venía a dejarle la lista con los últimos miembros de la guardia, y un listado con las provisiones que necesitaremos para las próximas semanas.
Con un ágil movimiento el Mayor Chubai le quita los documentos a Claiman de las manos y estudia la lista con detenimiento.
Bien... bien, ya puedes marcharte –dijo El Mayor Chubai al tiempo que hacía un movimiento con la mano expulsando al soldado del despacho.
Señor yo..., quería hablaros de una cosa –la voz de Claiman se mostraba algo contrariada.
Las palabras del joven soldado hacen que el capitán levante una ceja y mire a Claiman al tiempo que dice:
¿Todavía sigues aquí?
Señor yo es que … -el semblante de Claiman se torna serio mientras habla, a la vez que la incapacidad para poder expresarse parece atenazarle el estómago.
¿Si?
Sabéis que en ocasiones entrenamos con los cachorros - Chubai asiente con un gesto de cabeza - son maniobras rutinarias que tanto a ellos como a nosotros nos vienen bien.
Si..si...a dónde queréis ir con todo esto?
Ayer estaba entrenando con un joven recién ingresado cuando nos vio un guardián y me comentó que necesitaban espadas como la mía en sus filas, yo..., yo sé que debo mi vida a la guardia, y también sé que mi hermano os sirvió con honor, pero... –en todos los meses que llevaba en La Guardia de la Torre, Claiman jamás había dicho quien era su hermano, no quería ningún trato de favor, además, teniendo en cuenta que nunca se lo había encontrado por los pasillos había una posibilidad incómoda que parecía estarse formando en su interior y a la que el joven no quería vestir de realidad, pero ahora que estaba apunto de marcharse, podía ser el momento de confesarle a su superior sus orígenes.
¿Tan rápido te rindes muchacho? –las palabras del capitán interrumpen el discurso de Claiman, te pareces mucho a tu hermano… Claiol también desertó de la guardia…¿quieres seguir sus pasos? La sorpresa de Claiman era mayúscula, pese a que él nunca lo había dicho, el capitán sí sabía quien era él, pero lo que aún lo sobrecoge más, es el hecho de que Claiol desertase de la guardia en favor de los guardianes.
Mi hermano deser… - las palabras se mueren en la boca del joven - eso no es posible.
¿Acaso no lo sabías? –dijo El Mayor Chubai mientras su gesto se tornaba serio por momentos.
Mi familia dejó de recibir cartas de él y pensé que había muerto en alguna misión, jamás sospeché que hubiese abandonado la guardia de la torre –la voz de Claiman parece romperse un instante, pero el joven se rehace de inmediato-, en todo caso.., señor, yo quisiera entrenarme con los cachorros, para servir a una Aes Sedai en el futuro, pero no me marcharé de la guardia si no me dais vuestro permiso.
Un profundo suspiro sale de la boca del Mayor Chubai antes de empezar a hablar.
Claiman –el joven soldado, futuro Gaidin, escucha atento a su superior- tu deber es con la Torre Blanca, tanto aquí como con los Guardianes seguirás sirviéndola, más aún servirás a una Aes Sedai, entiendes lo que eso significa?.
Dar mi vida por la torre, por una de sus piedras –Claiman duda de si su expresión ha sido la correcta, pero no encuentra mejor forma de expresarse.
Ellos podrán explicártelo mejor que yo –dijo el capitán-, pero si aquí se exige eficacia, allí..., allí no tolerarán ni un sólo fallo –las palabras del que hasta ahora ha sido su superior hacen que Claiman se muestre algo nervioso, pero decidido - si esa es tu decisión, acude al patio de entrenamiento y busca a Makzin Gaidin, él se encarga de reclutar a los nuevos Cachorros.
Claiman se cuadra por última vez ante su superior antes decir:
Gracias, señor.
No me defraudes ya que sabrán que vienes de la guardia y no quiero que un muchachito nos deje mal frente a los Guardianes.
No lo haré, señor, nunca, la guardia siempre formará parte de mí.
El Mayor Chubai asiente a las palabras del futuro cachorro - me da su permiso para retirarme, señor?
Retírate.
Que la luz os guíe, Jimar Chubai
Suerte, muchacho.
Claiman se retira y cierra por última vez la puerta del despacho de su superior.
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La vida de Claiman parecía haber dado un vuelco en cuestión de minutos y, a la vez, parecía seguir igual que cuando formaba parte de la guardia de la torre, sin embargo algo no le hacía demasiada gracia de cómo lo había tratado ese gaidin, de hecho, ahora que lo pensaba, no se había ni presentado, ¿que clase de superior no daba su nombre a los soldados a los que entrenaba?, ¿cómo puede ser que tenga que empezar desde cero?. Había demostrado muchas más capacidades que alguno de sus compañeros, ¿y los ponían al mismo nivel?, y a todo eso se le sumaba la última orden ¡nada de mujeres!, que clase de orden era esa?, de todos era sabido que un soldado necesitaba sus momentos de… relajación.
El joven encaminó sus pasos hacia la salida del patio de entrenamiento con todas estas ideas dando vueltas en su cabeza, no tenía nada claro que aquella decisión fuese la correcta, y además, había algo en el fondo de sus pensamientos que aún lo atormentaba más, esa conversación con el capitán de la guardia. Esa conversación que había sucedido hacía apenas unas horas en el despacho del mayor pero que, sin darse cuenta, ya retumbaba en su cabeza como un eco pasado.
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Participantes: Claiman y mob Jimar Chubai, interpretado por un inmortal.
Claiman entró en el despacho abriendo la puerta de golpe y algo apresurado, se le ha hecho tarde en sus quehaceres y aún le queda trabajo por delante.
El despacho del Mayores una habitación sin grandes ostentaciones (a diferencia de las maravillas de la Torre Blanca), la Guardia se apaña con sobrias pero funcionales salas de escaso mobiliario. Incluso el despacho del Gran Capitan, en el que te encuentras, es un despacho sencillo, mas propio de un carcelero que de un capitán, en el centro de la estancia hay un macizo escritorio de madera oscura, Jimar Chubai repasa unos documentos, él es el capitán de la orden militar que conforma la Guardia de la Torre Blanca. Después del ataque de los Seanchan ha perdido muchos hombres, y parece que su orgullo se ha debilitado un poco. Todavía se muestra muy receloso con el ejército de Bryne, pero sabe que ha de ir aceptando la realidad.
El Mayor Chubai dice 'Luz, que pretendes, muchacho?
Claiman se gira sorprendido -Lo.., lo siento señor, lo cierto es que no esperaba encontrarle aquí.
¿Acaso entras en mi despacho sin permiso? –dijo el Mayor Chubai mientras se levantaba de su escritorio y fruncía el ceño por la actitud del soldado.
Solo venía a dejarle la lista con los últimos miembros de la guardia, y un listado con las provisiones que necesitaremos para las próximas semanas.
Con un ágil movimiento el Mayor Chubai le quita los documentos a Claiman de las manos y estudia la lista con detenimiento.
Bien... bien, ya puedes marcharte –dijo El Mayor Chubai al tiempo que hacía un movimiento con la mano expulsando al soldado del despacho.
Señor yo..., quería hablaros de una cosa –la voz de Claiman se mostraba algo contrariada.
Las palabras del joven soldado hacen que el capitán levante una ceja y mire a Claiman al tiempo que dice:
¿Todavía sigues aquí?
Señor yo es que … -el semblante de Claiman se torna serio mientras habla, a la vez que la incapacidad para poder expresarse parece atenazarle el estómago.
¿Si?
Sabéis que en ocasiones entrenamos con los cachorros - Chubai asiente con un gesto de cabeza - son maniobras rutinarias que tanto a ellos como a nosotros nos vienen bien.
Si..si...a dónde queréis ir con todo esto?
Ayer estaba entrenando con un joven recién ingresado cuando nos vio un guardián y me comentó que necesitaban espadas como la mía en sus filas, yo..., yo sé que debo mi vida a la guardia, y también sé que mi hermano os sirvió con honor, pero... –en todos los meses que llevaba en La Guardia de la Torre, Claiman jamás había dicho quien era su hermano, no quería ningún trato de favor, además, teniendo en cuenta que nunca se lo había encontrado por los pasillos había una posibilidad incómoda que parecía estarse formando en su interior y a la que el joven no quería vestir de realidad, pero ahora que estaba apunto de marcharse, podía ser el momento de confesarle a su superior sus orígenes.
¿Tan rápido te rindes muchacho? –las palabras del capitán interrumpen el discurso de Claiman, te pareces mucho a tu hermano… Claiol también desertó de la guardia…¿quieres seguir sus pasos? La sorpresa de Claiman era mayúscula, pese a que él nunca lo había dicho, el capitán sí sabía quien era él, pero lo que aún lo sobrecoge más, es el hecho de que Claiol desertase de la guardia en favor de los guardianes.
Mi hermano deser… - las palabras se mueren en la boca del joven - eso no es posible.
¿Acaso no lo sabías? –dijo El Mayor Chubai mientras su gesto se tornaba serio por momentos.
Mi familia dejó de recibir cartas de él y pensé que había muerto en alguna misión, jamás sospeché que hubiese abandonado la guardia de la torre –la voz de Claiman parece romperse un instante, pero el joven se rehace de inmediato-, en todo caso.., señor, yo quisiera entrenarme con los cachorros, para servir a una Aes Sedai en el futuro, pero no me marcharé de la guardia si no me dais vuestro permiso.
Un profundo suspiro sale de la boca del Mayor Chubai antes de empezar a hablar.
Claiman –el joven soldado, futuro Gaidin, escucha atento a su superior- tu deber es con la Torre Blanca, tanto aquí como con los Guardianes seguirás sirviéndola, más aún servirás a una Aes Sedai, entiendes lo que eso significa?.
Dar mi vida por la torre, por una de sus piedras –Claiman duda de si su expresión ha sido la correcta, pero no encuentra mejor forma de expresarse.
Ellos podrán explicártelo mejor que yo –dijo el capitán-, pero si aquí se exige eficacia, allí..., allí no tolerarán ni un sólo fallo –las palabras del que hasta ahora ha sido su superior hacen que Claiman se muestre algo nervioso, pero decidido - si esa es tu decisión, acude al patio de entrenamiento y busca a Makzin Gaidin, él se encarga de reclutar a los nuevos Cachorros.
Claiman se cuadra por última vez ante su superior antes decir:
Gracias, señor.
No me defraudes ya que sabrán que vienes de la guardia y no quiero que un muchachito nos deje mal frente a los Guardianes.
No lo haré, señor, nunca, la guardia siempre formará parte de mí.
El Mayor Chubai asiente a las palabras del futuro cachorro - me da su permiso para retirarme, señor?
Retírate.
Que la luz os guíe, Jimar Chubai
Suerte, muchacho.
Claiman se retira y cierra por última vez la puerta del despacho de su superior.
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Re: (relato) - inicios en la torre - Claiman
Tras el entrenamiento con Makzim Gaidin, Claiman se dirige hacia la parte superior de la torre, cuando de pronto, percibe unos movimientos extraños en el patio. Se detiene y al fijarse bien, se percata de una figura de aspecto parecido al de un hombre, pero muy desconcertante. La ausencia de ojos en su rostro y el temible aspecto de su cuerpo embutido en una armadura extraña, junto al filo de las espadas que sostiene en sus manos, hace que todos los instintos de Claiman y el férreo entrenamiento que ha seguido en La Guardia, se active, como un resorte, sin tener en cuenta que puede ser lo último que vea. Junto a ese ser yacen los cuerpos de dos criados, y un hombre con capa cambiante se enfrenta a él.
Además, ¿eso es una novicia?
Claiman se lanza a la carrera, sin pararse a pensar, y arremete contra la monstruosa figura, que, por el momento, devuelve los envites de su contrincante. El Fado se vuelve hacia el cachorro, las piernas de Claiman tiemblan, es más fuerte de lo que él pensaba en un momento, pero no puede rendirse, debe de esforzarse para demostrar que es mejor, más fuerte, más rápido.
Las espadas del Fado se mueven a una velocidad endiablada y generan cortes en el cuerpo ya maltrecho del joven, sin embargo los gritos de dolor de la novicia, y los golpes de la lucha hacen que empiecen a escucharse movimientos acelerados de pisadas y armas.
El Guardián ataca al Fado por la retaguardia, mientras Claiman aprovecha para dar un tajo certero en una de las extremidades del ser. Con un ágil movimiento, el Fado derriba al Guardián, momento que aprovecha para escabullirse entre las sombras.
El Guardián sigue el rastro del Fado alejándose del patio. Claiman, con heridas sangrantes y sin apenas fuerza, se arrastra hacia la chica que se acurruca en el suelo. En efecto, viste las ropas de novicia. La muchacha luce una fea herida en la cabeza que no para de sangrar. Como puede, tapa la herida de la chica, y se aferra a ella hasta que llegan en su ayuda.
Claiman no fue consciente de cómo lo llevaban a la sala de curación, mucho menos de cómo una Aes Sedai ponía sus manos sobre él, solo sabía que tres días más tarde se encontraba subiendo hacia las estancias privadas de la torre, con un único pensamiento en su cabeza, aquello no podía volver a suceder, nadie, y cuando decía nadie era nadie, podría volver a derrotarlo de esa manera.
A la mañana siguiente, nada más despuntar el alba, Claiman decidió que lo primero que iba a hacer era ponerse a prueba nuevamente, entrenar, entrenar y entrenar iba a ser su obsesión. Encaminó sus pasos a la sala de entrenamiento y allí decidió enfrentarse con un cachorro como él, que parecía haber tenido sus mismas ideas.
Participantes: Kylerhia y Claiman
La sala de entrenamiento
Escuchando el entrechocar de espadas de madera y gritos de combate, llegas a la sala de entrenamiento, donde se prepara el grupo que no esta destinado en el patio y donde es evaluado el avance de Cachorros y Aprendices por parte de los Guardianes. Unos amplios arcones en los laterales dejan asomar gran número de armas de su interior. En el centro, dos jóvenes aspirantes a Guardian se enfrentan entre sí bajo la atenta y evaluadora mirada del entrenador de la Torre Blanca. En un rincón de la estancia, junto a los muñecos de trapo, hay un montón de escudos y armas tirados en el suelo en aparente desorden, lejos de la férrea vigilancia del maestro.
Una joven llega caminando lentamente algo fatigada, ella sabe que no debería estar en este área, pero no puede evitar venir al ver a muchacho que la ha salvado, mientras tanto, el joven Claiman acomete a su compañero, a continuación, realiza un movimiento fluido con su espada de prácticas y lo derriba sin darle oportunidad a luchar más.
La mirada de la joven busca al muchacho que la ha salvado de ese... de ese... Oh, luz... Claiman ayuda a levantarse a su compañero y al hacerlo se percata de la joven novicia que vio gravemente herida hace apenas unos días, no puede dejar de sorprenderse de la ausencia total de heridas en su cuerpo, simplemente un pequeño rasgón en su ropa indica que algo ha sucedido, parece que la joven se ha dirigido allí en cuanto las sedais le han dado permiso para abandonar la sala de curación.
Veo que estáis recuperada, me alegra veros en buen estado –dijo Claiman dirigiéndose a la joven, al tiempo que ella se sacude el vestido con cuidado.
Estoy algo cansada, pero antes de acostarme quería daros las gracias por vuestra ayuda, sin vos... Yo no estaría aquí — dice ella.
En realidad, creo que ambos le debemos la vida al guardián que luchaba con ese monstruo antes de que yo llegase – comenta el ahora cachorro, y en el fondo sabe que es totalmente cierto-, luchasteis con gran valentía
Lo mismo os digo. Hemos formado un gran equipo al parecer. - Claiman sonríe sinceramente ante las palabras de la novicia-, pero no sé como semejante criatura ha podido aparecer aquí... yo…
Algún ser indeseable habrá dejado que entrase, o la habrá ayudado –la joven pone una mueca de desagrado al pensar en el Fado.
-Eso significaría… -la voz de la novicia se torna casi un susurro inaudible-, amigos siniestros dentro de la torre.
Estoy seguro de que los guardianes y la guardia de la torre harán todo lo posible para aclarar esto –la voz de Claiman suena segura, aunque no puede evitar que un pequeño escalofrío recorra su cuerpo al pensar en las palabras que ha escuchado de la novicia-, los miembros de la guardia estamos..., están, bien entrenados para enfrentarse a estos engendros, no ocurrirá nada dentro de estos muros, estoy seguro.
Yo también. Y si no... Siempre podemos volver a coincidir. –dijo la novicia con una ligera sonrisa en sus labios.
No ocurrirá nada dentro de estos muros, estoy seguro.
Eso espero. No me entendáis mal. Me gustaría volver a veros, pero en mejores circunstancias... –la frase que acaba de decir hace que la novicia se sonroje ligeramente.
La rueda teje según sus designios, así que es posible que nos podamos volver a ver pronto -la voz de Claiman sonaba áspera por el cansancio.
Mientras hablaban, el entrenador de la torre asoma por la puerta, y Claiman debe volver inmediatamente a su rutina de ejercicios, la novicia, aún sonrojada por su último comentario sale de allí lo más apurada que puede.
Además, ¿eso es una novicia?
Claiman se lanza a la carrera, sin pararse a pensar, y arremete contra la monstruosa figura, que, por el momento, devuelve los envites de su contrincante. El Fado se vuelve hacia el cachorro, las piernas de Claiman tiemblan, es más fuerte de lo que él pensaba en un momento, pero no puede rendirse, debe de esforzarse para demostrar que es mejor, más fuerte, más rápido.
Las espadas del Fado se mueven a una velocidad endiablada y generan cortes en el cuerpo ya maltrecho del joven, sin embargo los gritos de dolor de la novicia, y los golpes de la lucha hacen que empiecen a escucharse movimientos acelerados de pisadas y armas.
El Guardián ataca al Fado por la retaguardia, mientras Claiman aprovecha para dar un tajo certero en una de las extremidades del ser. Con un ágil movimiento, el Fado derriba al Guardián, momento que aprovecha para escabullirse entre las sombras.
El Guardián sigue el rastro del Fado alejándose del patio. Claiman, con heridas sangrantes y sin apenas fuerza, se arrastra hacia la chica que se acurruca en el suelo. En efecto, viste las ropas de novicia. La muchacha luce una fea herida en la cabeza que no para de sangrar. Como puede, tapa la herida de la chica, y se aferra a ella hasta que llegan en su ayuda.
Claiman no fue consciente de cómo lo llevaban a la sala de curación, mucho menos de cómo una Aes Sedai ponía sus manos sobre él, solo sabía que tres días más tarde se encontraba subiendo hacia las estancias privadas de la torre, con un único pensamiento en su cabeza, aquello no podía volver a suceder, nadie, y cuando decía nadie era nadie, podría volver a derrotarlo de esa manera.
A la mañana siguiente, nada más despuntar el alba, Claiman decidió que lo primero que iba a hacer era ponerse a prueba nuevamente, entrenar, entrenar y entrenar iba a ser su obsesión. Encaminó sus pasos a la sala de entrenamiento y allí decidió enfrentarse con un cachorro como él, que parecía haber tenido sus mismas ideas.
Participantes: Kylerhia y Claiman
La sala de entrenamiento
Escuchando el entrechocar de espadas de madera y gritos de combate, llegas a la sala de entrenamiento, donde se prepara el grupo que no esta destinado en el patio y donde es evaluado el avance de Cachorros y Aprendices por parte de los Guardianes. Unos amplios arcones en los laterales dejan asomar gran número de armas de su interior. En el centro, dos jóvenes aspirantes a Guardian se enfrentan entre sí bajo la atenta y evaluadora mirada del entrenador de la Torre Blanca. En un rincón de la estancia, junto a los muñecos de trapo, hay un montón de escudos y armas tirados en el suelo en aparente desorden, lejos de la férrea vigilancia del maestro.
Una joven llega caminando lentamente algo fatigada, ella sabe que no debería estar en este área, pero no puede evitar venir al ver a muchacho que la ha salvado, mientras tanto, el joven Claiman acomete a su compañero, a continuación, realiza un movimiento fluido con su espada de prácticas y lo derriba sin darle oportunidad a luchar más.
La mirada de la joven busca al muchacho que la ha salvado de ese... de ese... Oh, luz... Claiman ayuda a levantarse a su compañero y al hacerlo se percata de la joven novicia que vio gravemente herida hace apenas unos días, no puede dejar de sorprenderse de la ausencia total de heridas en su cuerpo, simplemente un pequeño rasgón en su ropa indica que algo ha sucedido, parece que la joven se ha dirigido allí en cuanto las sedais le han dado permiso para abandonar la sala de curación.
Veo que estáis recuperada, me alegra veros en buen estado –dijo Claiman dirigiéndose a la joven, al tiempo que ella se sacude el vestido con cuidado.
Estoy algo cansada, pero antes de acostarme quería daros las gracias por vuestra ayuda, sin vos... Yo no estaría aquí — dice ella.
En realidad, creo que ambos le debemos la vida al guardián que luchaba con ese monstruo antes de que yo llegase – comenta el ahora cachorro, y en el fondo sabe que es totalmente cierto-, luchasteis con gran valentía
Lo mismo os digo. Hemos formado un gran equipo al parecer. - Claiman sonríe sinceramente ante las palabras de la novicia-, pero no sé como semejante criatura ha podido aparecer aquí... yo…
Algún ser indeseable habrá dejado que entrase, o la habrá ayudado –la joven pone una mueca de desagrado al pensar en el Fado.
-Eso significaría… -la voz de la novicia se torna casi un susurro inaudible-, amigos siniestros dentro de la torre.
Estoy seguro de que los guardianes y la guardia de la torre harán todo lo posible para aclarar esto –la voz de Claiman suena segura, aunque no puede evitar que un pequeño escalofrío recorra su cuerpo al pensar en las palabras que ha escuchado de la novicia-, los miembros de la guardia estamos..., están, bien entrenados para enfrentarse a estos engendros, no ocurrirá nada dentro de estos muros, estoy seguro.
Yo también. Y si no... Siempre podemos volver a coincidir. –dijo la novicia con una ligera sonrisa en sus labios.
No ocurrirá nada dentro de estos muros, estoy seguro.
Eso espero. No me entendáis mal. Me gustaría volver a veros, pero en mejores circunstancias... –la frase que acaba de decir hace que la novicia se sonroje ligeramente.
La rueda teje según sus designios, así que es posible que nos podamos volver a ver pronto -la voz de Claiman sonaba áspera por el cansancio.
Mientras hablaban, el entrenador de la torre asoma por la puerta, y Claiman debe volver inmediatamente a su rutina de ejercicios, la novicia, aún sonrojada por su último comentario sale de allí lo más apurada que puede.
Re: (relato) - inicios en la torre - Claiman
Por qué la vida debía ser tan complicada?
Eso era lo que se preguntaba Claiman cada mañana al Alba, y no porque le costara especialmente levantarse, ni entrenar, ni las horas moviéndose entre pose y pose de lucha; no, eso no era lo que torturaba al joven cachorro.
Lo cierto era que había dos cosas en la mente de Claiman que no paraban de rebotar como una de esas vejigas hinchadas con las que jugaban los niños en las plazas de los pueblos:
Uno era que, al igual que había hecho su hermano, el tampoco había sido capaz de decirle a su familia el reciente cambio de rumbo que había dado su vida. Apenas les había escrito un par de veces desde que decidió abandonar la guardia De la Torre y unirse a los guardianes pues, pesea que las Sedais eran admiradas y respetadas, no sabía si su padre lo entendería, al fin y al cabo, para el viejo lo que se empezaba había que acabarlo y no podía abandonarse solo porque te ofrecieran un plan mejor, ese, por cierto, era un pensamiento que claiman no compartía en absoluto, pero lo que menos necesitaba era enfrentarse a su familia en esos momentos.
El segundo motivo que no dejaba de torturarlo era la ausencia de su hermano, quería saber de él, puede que en un primer momento quisiera golpearlo hasta romperle algún diente por no haberle contado lo que había hecho, pero una parte del joven también estaba preocupada, y si le había pasado algo?
Claiman no entendía por qué nunca nadie hablaba de Claiol; por qué parecía haber sido absorbido en algún tipo de oscuro agujero, no entendía por qué, si el capitán Chumai había sido capaz de identificarlo tan rápido, ningún guardián se acercaba a él para darle noticias. Al fin y al cabo se supone que los guardianes estaban aún más entrenados que los soldados de la guardia no?
Apenas faltaba unas jornadas para la noche de invierno, y nuestro joven protagonista decidió que, si había algún sitio en el que pudiera buscar información era en la pequeña Biblioteca de los Guardianes, allí debería haber algún tipo de listado con los guerreros que servían a la Torre, con los que habían muerto, con los que estaban heridos en alguna parte, algo! Por la luz!
En esas andaba, buscando entre libros y documentos cuando, de uno de ellos, se desprendió un manuscrito bastante deteriorado, parecía la carta de despedida de un guardián, durante un segundo Claiman se temió lo peor, lo cierto es que la letra era parecida a la de su hermano pero, este guardián hablaba de una aldea con una mina, donde ellos vivían no había nada de minas, solo ríos, peces y caballos…, no era su hermano, eso estaba claro, pero aquel dolor, aquella tristeza dejaron a Claiman con el corazón encogido, dobló el manuscrito con cuidado y se lo metió en un bolsillo.
Igual aquel guerrero herido podría ayudarlo, solo necesitaría pedir un par de días de permiso para visitar a su familia, alegaría que le habían llegado noticias de enfermedad o algo similar y pediría partir, luego, viajaría hasta esa aldea perdida y intentaría obtener algo de información, sí, eso haría.
Eso era lo que se preguntaba Claiman cada mañana al Alba, y no porque le costara especialmente levantarse, ni entrenar, ni las horas moviéndose entre pose y pose de lucha; no, eso no era lo que torturaba al joven cachorro.
Lo cierto era que había dos cosas en la mente de Claiman que no paraban de rebotar como una de esas vejigas hinchadas con las que jugaban los niños en las plazas de los pueblos:
Uno era que, al igual que había hecho su hermano, el tampoco había sido capaz de decirle a su familia el reciente cambio de rumbo que había dado su vida. Apenas les había escrito un par de veces desde que decidió abandonar la guardia De la Torre y unirse a los guardianes pues, pesea que las Sedais eran admiradas y respetadas, no sabía si su padre lo entendería, al fin y al cabo, para el viejo lo que se empezaba había que acabarlo y no podía abandonarse solo porque te ofrecieran un plan mejor, ese, por cierto, era un pensamiento que claiman no compartía en absoluto, pero lo que menos necesitaba era enfrentarse a su familia en esos momentos.
El segundo motivo que no dejaba de torturarlo era la ausencia de su hermano, quería saber de él, puede que en un primer momento quisiera golpearlo hasta romperle algún diente por no haberle contado lo que había hecho, pero una parte del joven también estaba preocupada, y si le había pasado algo?
Claiman no entendía por qué nunca nadie hablaba de Claiol; por qué parecía haber sido absorbido en algún tipo de oscuro agujero, no entendía por qué, si el capitán Chumai había sido capaz de identificarlo tan rápido, ningún guardián se acercaba a él para darle noticias. Al fin y al cabo se supone que los guardianes estaban aún más entrenados que los soldados de la guardia no?
Apenas faltaba unas jornadas para la noche de invierno, y nuestro joven protagonista decidió que, si había algún sitio en el que pudiera buscar información era en la pequeña Biblioteca de los Guardianes, allí debería haber algún tipo de listado con los guerreros que servían a la Torre, con los que habían muerto, con los que estaban heridos en alguna parte, algo! Por la luz!
En esas andaba, buscando entre libros y documentos cuando, de uno de ellos, se desprendió un manuscrito bastante deteriorado, parecía la carta de despedida de un guardián, durante un segundo Claiman se temió lo peor, lo cierto es que la letra era parecida a la de su hermano pero, este guardián hablaba de una aldea con una mina, donde ellos vivían no había nada de minas, solo ríos, peces y caballos…, no era su hermano, eso estaba claro, pero aquel dolor, aquella tristeza dejaron a Claiman con el corazón encogido, dobló el manuscrito con cuidado y se lo metió en un bolsillo.
Igual aquel guerrero herido podría ayudarlo, solo necesitaría pedir un par de días de permiso para visitar a su familia, alegaría que le habían llegado noticias de enfermedad o algo similar y pediría partir, luego, viajaría hasta esa aldea perdida y intentaría obtener algo de información, sí, eso haría.