Aprender en el despacho las enseñanzas de su padre, cuidar a los caballos de los Mylien y aprender esgrima por la noche, si el cansancio se lo permitía era agotador. Pero Galor no quiso renunciar a ninguna de sus actividades.
Sabía que aprender esgrima no iba a servirle de nada, pero desde que de pequeño vio a su padre esgrimir un arma y dar una demostración para el entretenimiento de los nobles de Tar Valon no quiso perderse la oportunidad de saber manejar la espada.
La mayoría de personas a las que su padre entrenaba acababan siendo soldados al servicio de la torre, donde recibían antes de ello un entrenamiento superior o peleando por diversión. Pero él no haría ninguna de las dos cosas, su destino estaba fijado prácticamente desde que nació.
Con un rostro de fastidio, el chico regresó a la mansión Mylien. No debía decepcionarse, pero ciertamente estaba decepcionado. ¿De verdad se creían que iban a venderles esos caballos inútiles? Ciertamente la familia Mylien no era de la alta nobleza, pero aún así no eran tontos. Y Luz, el propio Galor no era noble, pero tampoco era un necio.
—Otra vez nos han intentado estafar. —Se quejó el chico, dejando la bolsa de oro con la que pretendían pagar los caballos si finalmente se decidían a comprarlos.— ¿Sabe? —añadió, sin poder ocultar el cabreo.— Odio que me tomen por un necio.
El señor Mylien sonrió, acostumbrado a que la gente quisiera venderle lo que no tenía. al fin de cuentas, los negocios eran negocios, y a veces salían bien y otras no tanto. La clave, como había repetido en varias ocasiones, era estar alertas.
—no te preocupes, chico. ya habrá otra ocasión.
Galor asintió, aún sin poder ocultar el cabreo.
El resto del día lo pasó poniéndose al día con sus obligaciones. Los caballos estaban bien cuidados y el papeleo que estaba aprendiendo a rellenar no le requirió mucho tiempo. Quizás, si tenía suerte, odría practicar un rato con la espada esa noche.
¿Dónde se habría metido Rhil? Siempre solía encontrársela dando saltos por ahí cuando volvía de sus salidas. Y no haberlo hecho en todo el día le resultaba extraño.
Así que decidió gastar el poco tiempo libre que le quedaba en buscarla por la mansión. pero por mucho que se esforzó, no la encontró por ningún sitio.
Finalmente volvió a casa con su padre. Y por suerte para él, pudieron sacar un rato para practicar esgrima.
Al día siguiente todo fue normal... salvo por un pequeño detalle. No consiguió verle el pelo a su mejor amiga por ningún lado.
y al día siguiente lo mismo.
Finalmente, al tercer día de no ver a la muchacha se cansó, si algo lo caracterizaba era su poca paciencia. Terminó con rapidez de atender a los caballos y se dispuso a buscar al señor Mylien, al que encontró en su despacho, hablando con su propio padre de no sabía qué negocio, tampoco es que le importara mucho.
—¿Le ha pasado algo a Rhilya? —Cuestionó tras entrar al despacho y cerrar la puerta tras él. Su padre le dedicó una mirada severa, mirada que el chico ignoró. Otras veces, cuando la chica había estado enferma o le había pasado cualquier cosa había sido informado incluso por los sirvientes, pero en aquella ocasión nadie le había dicho nada, y eso que se había esforzado en preguntar.
El señor Mylien lo miró durante unos segundos, segundos que al chico se le hicieron eternos.
—Pensé que tardarías menos en preguntar, muchacho. —Comentó, elevando la impaciencia del joven.— Rhilya no está aquí. Cuando te marchaste a negociar los nuevos caballos de monta...
el hombre hizo una pausa, aún sin poder creer el destino de la chica.
—Hijo, Rhilya está en la Torre blanca. parece ser que puede convertirse en una Aes Sedai. —Finalizó su padre, terminando la frase del señor Mylien.
Galor quedó en silencio, sabiendo que tardaría mucho en volver a verla, si es que volvía a hacerlo. ¿Quién lo diría? Su mejor amiga una Aes Sedai.
—Me habría gustado despedirme. —Murmuró, bajando la cabeza.— Me... Retiro, disculpad mi intromisión.
El joven se giró y se dirigió a la puerta, para ser detenido por una voz a sus espaldas.
—Espera un momento, muchacho. —Galor volvió a darse la vuelta y alzó la cabeza, mirando al señor Mylien sin poder ocultar la tristeza en los ojos.— sé que has estado practicando esgrima con tu padre.
el joven asintió. ¿y qué? la esgrima no iba a devolverle a su mejor amiga, la estúpida torre, a la que había fantaseado entrar de pequeño para participar en las grandes aventuras que podía ofrecer, se la había quitado. De todos modos, se forzó a responder.
—Así es, señor. No soy un experto, pero siempre quise aprender.
—Y no se te da nada mal, si hacemos caso a la opinión de tu padre. Te propongo un trato, a cambio de una promesa.
Galor esperó que el hombre continuara, con la curiosidad reflejándose en su mirada pese a su estado anímico.
—La torre Blanca siempre busca nuevos aspirantes. Si eres tan bueno como dice tu padre y pasas la prueba de entrada, buscaré otro sustituto para que se encargue de los caballos y el papeleo. A cambio... Quiero que me prometas algo.
El chico permaneció en silencio, negándose a que la esperanza floreciera en su pecho.
—¿Qué cosa, señor?
Su padre fue quien le respondió.
—que no fallarás. si lo haces, estarás limpiando cuadras mucho tiempo. Demasiado bueno está siendo el señor Mylien dándote la oportunidad.
—Y que mantendrás a salvo a Rhilya. —añadió el señor Mylien, mirándolo con seriedad, aunque Galor no terminó de entenderlo. ¿Qé peligros habría en la Torre para la muchacha?
—Haré mi mejor intento. —Aceptó el muchacho, aún sin asimilar bien la situación. El señor Mylien asintió con la cabeza.
—Márchate pués. —Dijo su padre—. Mañana demostrarás si realmente...
HISTORIA DE GALOR (ROLES Y RELATOS)
(ROL) ENCUENTROS EN LA TORRE BLANCA
Leer primero: https://callandor.es/foro/viewtopic.php?f=2&t=147
Participantes: Rhilya y Galor
Punto de vista: Rhilya
El patio de entrenamiento
Has llegado al patio de entrenamiento de la Torre Blanca. Ves parejas de cachorros y aprendices alineados simulando combates con sus espadas de prácticas mientras el maestro los observa con gran atención. Desde aquí se divisa el cubo donde se depositan las armas que usan los chicos y al lado un armario donde seguramente se guardan los útiles de entrenamiento. A la parte opuesta ves una valla en la que casi siempre hay alguna novicia o aceptada prestando atención, incluso, alguna que otra hermana se deja ver admirando la preparación de los futuros guardianes.
Galor está aquí.
Unas novicias están aquí extasiadas viendo a los cachorros sudar.
Una aceptada de la Torre mira con curiosidad a los aprendices.
Makzim Gaidin está aquí observando los entrenamientos.
( 2) Un joven aprendiz de Gaidin entrena con la espada.
Galor mira a Makzim Gaidin.
Makzim Gaidin dice 'Bueno... Tenéis cinco minutos de descanso. Aprovechadlos bien'
Galor deja caer la espada de golpe. Por fin.
Rhilya pasea por el patio de entrenamiento.
Rhilya mira de reojo a los gaidines desde la valla.
Galor suspira y mira a su alrededor, apartándose de su compañero de prácticas.
Galor murmura 'Luz'.
Rhilya disimula hablando con una novicia....a la que no le presta demasiada atención.
Rhilya se acomoda el cabello pasándose un mechón por detrás de la oreja.
Rhilya sigue hablando con la novicia...que obsesión con los mapas tiene.
Pones los ojos en blanco. Si es que...
Rhilya mira a su alrededor.
Finalmente, el cachorro se fija en la novicia. Lentamente una sonrisa se le dibuja en el rostro y avanza hacia ella.
Parpadeas sorprendida!
Sonríes alegremente.
Rhilya agita un brazo llamando a uno de los cachorros...no puede ser.
Galor te mira.
Rhilya mira a Galor. Es de origen del Oeste, de estatura alta y complexión delgada. Su pelo es rubio y sus ojos azules.
Galor sonríe alegremente.
Dices 'pero qué haces aquí?'
Sonríes alegremente.
Galor termina de acercarse, ignorando al resto de aprendizes.
Galor dice 'entrenar, por supuesto.'
Te partes de risa.
Rhilya salta al otro lado de la valla, tratando de mantener la compostura.
Te fundes con él en un tierno abrazo.
Makzim Gaidin mira a Galor.
Rhilya mira a la novicia, que seguía hablando de mapas y rutas, y ahora está perpleja.
Galor se lanza sobre ti y te da un INMENSO abrazo de oso... Como te quiere!
Rhilya por poco se cae.
Rhilya le devuelve el abrazo a Galor.
Makzim Gaidin se acerca al cachorro.
La novicia decepcionada se va con un grupo de novicias hacia los jardines.
Rhilya mira a Makzim Gaidin, es un Guardián adusto, de brazos musculosos, que en la actualidad se encarga de las sesiones de entrenamiento.
Te sonrojas intensamente.
Le haces una reverencia a Makzim Gaidin.
Rhilya se alisa la falda.
Dices 'Saludos Makzim Gaidin'
Te sonrojas intensamente.
Makzim Gaidin dice 'Los cachorros no deberían relacionarse con las novicias'
Galor mira a Makzim Gaidin.
Rhilya no sabe dónde meterse. Tiene la cara casi tan roja como su pelo.
Makzim Gaidin dice 'Os lo permitiré esta vez. Pero no os acostumbréis. Tenéis vuestras obligaciones, y no podéis perder el tiempo'
Makzim Gaidin dice 'Te quiero en diez minutos de vuelta a la práctica, cachorro'
Asientes a lo que ha dicho Makzim Gaidin.
Galor susurra 'Así será, Makzim Gaidin’
Le haces una reverencia a Makzim Gaidin.
Makzim Gaidin se aparta, dejándolos a un lado y centra la atención en los otros Cachorros.
Susurras 'lo siento Galor...no tendría que haber saltado'
Dices 'no he podido evitarlo'
Galor dice 'Bueno, yo también debería haberte ignorado'
Galor pregunta ‘¿Te aburrías en casa?'
Dices 'sabes que sí'
Galor sonríe alegremente.
Dices 'y tú qué? cómo has acabado aquí?'
Escuchas atentamente lo que el dice.
Galor dice 'Una larga historia'
Galor dice 'Cuando volví de mirar caballos...'
Galor dice 'Me enteré de que habías venido a la Torre'
Galor dice 'Y ser el hijo de un Maestro de Armas tiene sus ventajas'
Te ríes disimuladamente.
Dices 'imagino cómo se habrá puesto tu padre, seguro que está muy orgulloso'
Galor dice 'Más o menos'
Galor dice 'Para él no existe la opción de fallar'
Dices 'él mio casi no me deja venir'
Galor pregunta 'por qué?'
Dices 'porque soy su ojito derecho'
Te ríes disimuladamente.
Galor ríe disimuladamente.
Dices 'estaba preocupado por mi, me hizo prometerle que le escribiría todas las semanas'
Galor dice ‘¿Y te dejan escribirle?'
Galor dice 'Yo desde que entré, con la amenaza de limpiar cuadras durante años si fallaba, no he tenido tiempo para respirar siquiera'
Dices 'no nos han dado aún ninguna instrucción al respecto, pero oí decir a algunas aceptadas que podíamos enviar algún mensaje al mes '
Rhilya le enseña las manos a Galor.
Dices 'mira como tengo las manos'
Dices 'se me han quedado arrugadas’
Galor las mira, confuso.
Dices 'me paso fregando platos día y noche desde que llegué’
Galor pregunta ‘¿tú?'
Galor pregunta ‘¿Fregar platos?'
Susurras 'ten cuidado con Laras...'
Galor rompe a reír, divertido. La Rhil que él conoce, jamás ha fregado un plato.
Dices 'si, parece que no todo iba a ser de color rosa'
Galor dice 'Bueno, yo tengo más suerte que tú entonces'
Galor dice 'Me dedico a entrenar, entrenar y seguir entrenando'
Dices 'las clases me encantan eso sí'
Galor dice 'Definitivamente sí, he tenido más suerte que tú'
Dices 'no tengo permitido encauzar sin una sedai o aceptada que me vigile'
Dices 'asi que no puedo enseñarte lo que he aprendido'
Rhilya piensa… tampoco es que haya pasado de encender una pequeña llamita.
Galor dice 'Sígue las normas, Rhil.'
Galor dice 'Aquí no tienes a nadie que te salve'
Dices 'creo recordar que una vez me dijiste..'
Te ríes disimuladamente.
Galor levanta una ceja.
Dices 'algo así como que podía contar contigo para... lo que fuera'
Galor dice 'Algo así, sí.'
Galor duda por unos instantes. A saber qué se le está pasando por la cabeza.
Rhilya se rie ante la cara de perplejidad de Galor.
Dices 'tranquilo, no me cobrare tu promesa todavía'
Le sacas la lengua a Galor.
Galor pregunta 'todavía?'
Dices 'quien sabe, por el momento me alegra que estes aquí’
Sonríes a Galor.
Galor murmura 'Hice otra promesa para que me dejaran venir'.
Dices 'ya no es todo tan desconocido para mi'
Dices 'qué murmuras?'
Galor dice 'Hice otra promesa para que me dejaran venir'
Parpadeas sorprendida!
Preguntas 'qué promesa?'
Rhilya mira detenidamente a Galor.
Galor dice ‘Eso...'
Rhilya le pellizca del brazo.
Galor dice 'eh!'
Galor le dedica una mirada de fastidio.
Rhilya no le soltará hasta que se lo diga.
Galor dice 'No puedo decírtelo'
Rhilya no soporta cuando Galor se hace el interesante.
Rhilya frunce los labios y le suelta.
Dices 'pensaba que no teníamos secretos'
Miras de reojo a Galor.
Galor dice 'Te lo diré con una condición'
Preguntas '¿cuál?'
Galor dice 'prométeme que no vas a enfadarte, no quiero que le prendas fuego al lugar o algo así'
Susurras 'no se si puedo prometer eso...'
Galor dice 'bueno, entonces no sé si puedo contártelo'
Pones los ojos en blanco. Si es que...
Dices 'vaaale'
Dices 'lo prometo'
Rhilya se cruza de brazos sin dejar de mirar a Galor.
Galor dice 'Sabes que por las noches, cuando no estaba demasiado cansado, mi padre se dedicaba a entrenarme, ¿verdad?’
Asientes a lo que ha dicho Galor.
Rhilya piensa en alguna de las noches que le espiaba mientras se entrenaba...aunque eso él no lo sabe.
Galor dice 'Sabía que no iba a servir de mucho. Quizás para participar en alguna demostración en fiestas, pero me daba igual.'
Galor dice 'El caso es, que cuando volví, mi mejor amiga se había largado a la Torre Blanca para ser Aes Sedai'
Dices 'eso no fue culpa mía...tampoco tenía muchas más opciones’
Dices 'me hubiera gustado poder despedirme, pero todo fue demasiado rápido'
Rhilya sigue escuchando a Galor.
Galor dice 'Así que...'
Galor dice 'Le dije a mi padre que quería hacer la prueba para unirme a la Torre'
Galor dice 'Y aceptó... Con una condición'
Escuchas atentamente lo que el dice.
Galor dice 'Si yo venía a la Torre, tu padre tendría que buscar a otra persona que me sustituyera'
Galor dice 'Así que me hizo prometer que haría lo posible para mantenerte a salvo'
Una pequeña sonrisa se dibuja en la cara de Rhilya sin querer.
Preguntas '¿en serio te dijo eso?’
Galor asiente con un gesto de cabeza.
Galor espera en silencio la explosión de su amiga, sabiendo que odia que la sobreprotejan.
Rhilya bufa.
Dices 'sabes perfectamente que no necesito protección'
Galor dice 'Sí, sí, ya lo sé.'
Dices 'se utilizar la daga casi igual de bien que tú, y ahora estando aquí...'
Rhilya señala la Torre Blanca.
Suspiras profundamente.
Galor dice 'De todos modos...'
Galor dice 'Yo siempre cumplo mis promesas, aunque sean proteger a una novicia cabezota de peligros inexistentes'
Galor sonríe alegremente.
Pones los ojos en blanco. Si es que...
Dices 'te meteré en problemas solo por tu estúpida promesa'
Rhilya sonríe con malicia.
Galor dice 'Si me metes en problemas...'
Galor dice 'tú también caerás conmigo.'
Dices 'eso ya lo veremos'
Le haces cosquillas a Galor, quieres hacerle reír.
Le haces cosquillas a Galor, quieres hacerle reír.
Le haces cosquillas a Galor, quieres hacerle reír.
Le haces cosquillas a Galor, quieres hacerle reír.
Galor sonríe alegremente.
Makzim Gaidin se acerca sigilosamente al cachorro por la espalda.
Miras de reojo a Makzim Gaidin.
Te sonrojas intensamente.
Galor dice 'siempre puedes comportarte como una Sedai y no causar problemas’
Rhilya le hace un movimiento fugaz a Galor para que se gire.
Galor dice 'Me lo pondrás más fácil y...'
Galor se gira y da un salto en el aire al percatarse de la cercanía del entrenador.
Makzim Gaidin dice 'No podrás proteger a nadie si ni siquiera eres capaz de oírme llegar'
Rhilya piensa que ya ha metido en problemas a Galor y solo llevan dos semanas en la Torre.
Makzim Gaidin dice 'Si realmente quieres cumplir esa promesa, con todo lo que puede implicar a futuro, seas o no consciente de ello…'
Makzim Gaidin grita ‘¡A entrenar!'
Te ríes disimuladamente.
Galor vuelve a saltar. Luz, qué capacidad tiene para sobresaltarlo.
Rhilya se encoge cuando ve a Laras de lejos agitando una cuchara.
Galor dice 'Está... Bien. Lo siento, señor.'
Dices 'disculpad, Makzim Gaidin, Galor...'
Dices 'debo volver a mis tareas'
Galor dice 'Cuídate, Rhil. Intenta...'
Galor dice 'No causar ningún desastre en la Torre.'
Rhilya no escucha bien lo último que dice Galor ya que está tratando de llegar lo más rápido posible hasta Laras sin llegar a correr.
Galor se aleja hacia el cubo de las espadas y empuña una, disponiéndose a seguir con el entrenamiento.
Rhilya echa la mirada hacia atrás cuando llega a la puerta de las cocinas... Galor ya está entrenando de nuevo.
Rhilya entra a las cocinas detrás de Laras.
Makzim Gaidin asiente con la cabeza, pensando que el Cachorro no tiene ni idea de qué tipo de promesa ha hecho ni de qué puede implicar. ¿Para qué si no va un aprendiz a la Torre si no para ser vinculado en un futuro? Luchar en las filas de la torre cuando es necesario es bastante digno, pero no es el objetivo final del Cachorro. Ahora solo falta... Qué él lo comprenda y acepte.
Participantes: Rhilya y Galor
Punto de vista: Rhilya
El patio de entrenamiento
Has llegado al patio de entrenamiento de la Torre Blanca. Ves parejas de cachorros y aprendices alineados simulando combates con sus espadas de prácticas mientras el maestro los observa con gran atención. Desde aquí se divisa el cubo donde se depositan las armas que usan los chicos y al lado un armario donde seguramente se guardan los útiles de entrenamiento. A la parte opuesta ves una valla en la que casi siempre hay alguna novicia o aceptada prestando atención, incluso, alguna que otra hermana se deja ver admirando la preparación de los futuros guardianes.
Galor está aquí.
Unas novicias están aquí extasiadas viendo a los cachorros sudar.
Una aceptada de la Torre mira con curiosidad a los aprendices.
Makzim Gaidin está aquí observando los entrenamientos.
( 2) Un joven aprendiz de Gaidin entrena con la espada.
Galor mira a Makzim Gaidin.
Makzim Gaidin dice 'Bueno... Tenéis cinco minutos de descanso. Aprovechadlos bien'
Galor deja caer la espada de golpe. Por fin.
Rhilya pasea por el patio de entrenamiento.
Rhilya mira de reojo a los gaidines desde la valla.
Galor suspira y mira a su alrededor, apartándose de su compañero de prácticas.
Galor murmura 'Luz'.
Rhilya disimula hablando con una novicia....a la que no le presta demasiada atención.
Rhilya se acomoda el cabello pasándose un mechón por detrás de la oreja.
Rhilya sigue hablando con la novicia...que obsesión con los mapas tiene.
Pones los ojos en blanco. Si es que...
Rhilya mira a su alrededor.
Finalmente, el cachorro se fija en la novicia. Lentamente una sonrisa se le dibuja en el rostro y avanza hacia ella.
Parpadeas sorprendida!
Sonríes alegremente.
Rhilya agita un brazo llamando a uno de los cachorros...no puede ser.
Galor te mira.
Rhilya mira a Galor. Es de origen del Oeste, de estatura alta y complexión delgada. Su pelo es rubio y sus ojos azules.
Galor sonríe alegremente.
Dices 'pero qué haces aquí?'
Sonríes alegremente.
Galor termina de acercarse, ignorando al resto de aprendizes.
Galor dice 'entrenar, por supuesto.'
Te partes de risa.
Rhilya salta al otro lado de la valla, tratando de mantener la compostura.
Te fundes con él en un tierno abrazo.
Makzim Gaidin mira a Galor.
Rhilya mira a la novicia, que seguía hablando de mapas y rutas, y ahora está perpleja.
Galor se lanza sobre ti y te da un INMENSO abrazo de oso... Como te quiere!
Rhilya por poco se cae.
Rhilya le devuelve el abrazo a Galor.
Makzim Gaidin se acerca al cachorro.
La novicia decepcionada se va con un grupo de novicias hacia los jardines.
Rhilya mira a Makzim Gaidin, es un Guardián adusto, de brazos musculosos, que en la actualidad se encarga de las sesiones de entrenamiento.
Te sonrojas intensamente.
Le haces una reverencia a Makzim Gaidin.
Rhilya se alisa la falda.
Dices 'Saludos Makzim Gaidin'
Te sonrojas intensamente.
Makzim Gaidin dice 'Los cachorros no deberían relacionarse con las novicias'
Galor mira a Makzim Gaidin.
Rhilya no sabe dónde meterse. Tiene la cara casi tan roja como su pelo.
Makzim Gaidin dice 'Os lo permitiré esta vez. Pero no os acostumbréis. Tenéis vuestras obligaciones, y no podéis perder el tiempo'
Makzim Gaidin dice 'Te quiero en diez minutos de vuelta a la práctica, cachorro'
Asientes a lo que ha dicho Makzim Gaidin.
Galor susurra 'Así será, Makzim Gaidin’
Le haces una reverencia a Makzim Gaidin.
Makzim Gaidin se aparta, dejándolos a un lado y centra la atención en los otros Cachorros.
Susurras 'lo siento Galor...no tendría que haber saltado'
Dices 'no he podido evitarlo'
Galor dice 'Bueno, yo también debería haberte ignorado'
Galor pregunta ‘¿Te aburrías en casa?'
Dices 'sabes que sí'
Galor sonríe alegremente.
Dices 'y tú qué? cómo has acabado aquí?'
Escuchas atentamente lo que el dice.
Galor dice 'Una larga historia'
Galor dice 'Cuando volví de mirar caballos...'
Galor dice 'Me enteré de que habías venido a la Torre'
Galor dice 'Y ser el hijo de un Maestro de Armas tiene sus ventajas'
Te ríes disimuladamente.
Dices 'imagino cómo se habrá puesto tu padre, seguro que está muy orgulloso'
Galor dice 'Más o menos'
Galor dice 'Para él no existe la opción de fallar'
Dices 'él mio casi no me deja venir'
Galor pregunta 'por qué?'
Dices 'porque soy su ojito derecho'
Te ríes disimuladamente.
Galor ríe disimuladamente.
Dices 'estaba preocupado por mi, me hizo prometerle que le escribiría todas las semanas'
Galor dice ‘¿Y te dejan escribirle?'
Galor dice 'Yo desde que entré, con la amenaza de limpiar cuadras durante años si fallaba, no he tenido tiempo para respirar siquiera'
Dices 'no nos han dado aún ninguna instrucción al respecto, pero oí decir a algunas aceptadas que podíamos enviar algún mensaje al mes '
Rhilya le enseña las manos a Galor.
Dices 'mira como tengo las manos'
Dices 'se me han quedado arrugadas’
Galor las mira, confuso.
Dices 'me paso fregando platos día y noche desde que llegué’
Galor pregunta ‘¿tú?'
Galor pregunta ‘¿Fregar platos?'
Susurras 'ten cuidado con Laras...'
Galor rompe a reír, divertido. La Rhil que él conoce, jamás ha fregado un plato.
Dices 'si, parece que no todo iba a ser de color rosa'
Galor dice 'Bueno, yo tengo más suerte que tú entonces'
Galor dice 'Me dedico a entrenar, entrenar y seguir entrenando'
Dices 'las clases me encantan eso sí'
Galor dice 'Definitivamente sí, he tenido más suerte que tú'
Dices 'no tengo permitido encauzar sin una sedai o aceptada que me vigile'
Dices 'asi que no puedo enseñarte lo que he aprendido'
Rhilya piensa… tampoco es que haya pasado de encender una pequeña llamita.
Galor dice 'Sígue las normas, Rhil.'
Galor dice 'Aquí no tienes a nadie que te salve'
Dices 'creo recordar que una vez me dijiste..'
Te ríes disimuladamente.
Galor levanta una ceja.
Dices 'algo así como que podía contar contigo para... lo que fuera'
Galor dice 'Algo así, sí.'
Galor duda por unos instantes. A saber qué se le está pasando por la cabeza.
Rhilya se rie ante la cara de perplejidad de Galor.
Dices 'tranquilo, no me cobrare tu promesa todavía'
Le sacas la lengua a Galor.
Galor pregunta 'todavía?'
Dices 'quien sabe, por el momento me alegra que estes aquí’
Sonríes a Galor.
Galor murmura 'Hice otra promesa para que me dejaran venir'.
Dices 'ya no es todo tan desconocido para mi'
Dices 'qué murmuras?'
Galor dice 'Hice otra promesa para que me dejaran venir'
Parpadeas sorprendida!
Preguntas 'qué promesa?'
Rhilya mira detenidamente a Galor.
Galor dice ‘Eso...'
Rhilya le pellizca del brazo.
Galor dice 'eh!'
Galor le dedica una mirada de fastidio.
Rhilya no le soltará hasta que se lo diga.
Galor dice 'No puedo decírtelo'
Rhilya no soporta cuando Galor se hace el interesante.
Rhilya frunce los labios y le suelta.
Dices 'pensaba que no teníamos secretos'
Miras de reojo a Galor.
Galor dice 'Te lo diré con una condición'
Preguntas '¿cuál?'
Galor dice 'prométeme que no vas a enfadarte, no quiero que le prendas fuego al lugar o algo así'
Susurras 'no se si puedo prometer eso...'
Galor dice 'bueno, entonces no sé si puedo contártelo'
Pones los ojos en blanco. Si es que...
Dices 'vaaale'
Dices 'lo prometo'
Rhilya se cruza de brazos sin dejar de mirar a Galor.
Galor dice 'Sabes que por las noches, cuando no estaba demasiado cansado, mi padre se dedicaba a entrenarme, ¿verdad?’
Asientes a lo que ha dicho Galor.
Rhilya piensa en alguna de las noches que le espiaba mientras se entrenaba...aunque eso él no lo sabe.
Galor dice 'Sabía que no iba a servir de mucho. Quizás para participar en alguna demostración en fiestas, pero me daba igual.'
Galor dice 'El caso es, que cuando volví, mi mejor amiga se había largado a la Torre Blanca para ser Aes Sedai'
Dices 'eso no fue culpa mía...tampoco tenía muchas más opciones’
Dices 'me hubiera gustado poder despedirme, pero todo fue demasiado rápido'
Rhilya sigue escuchando a Galor.
Galor dice 'Así que...'
Galor dice 'Le dije a mi padre que quería hacer la prueba para unirme a la Torre'
Galor dice 'Y aceptó... Con una condición'
Escuchas atentamente lo que el dice.
Galor dice 'Si yo venía a la Torre, tu padre tendría que buscar a otra persona que me sustituyera'
Galor dice 'Así que me hizo prometer que haría lo posible para mantenerte a salvo'
Una pequeña sonrisa se dibuja en la cara de Rhilya sin querer.
Preguntas '¿en serio te dijo eso?’
Galor asiente con un gesto de cabeza.
Galor espera en silencio la explosión de su amiga, sabiendo que odia que la sobreprotejan.
Rhilya bufa.
Dices 'sabes perfectamente que no necesito protección'
Galor dice 'Sí, sí, ya lo sé.'
Dices 'se utilizar la daga casi igual de bien que tú, y ahora estando aquí...'
Rhilya señala la Torre Blanca.
Suspiras profundamente.
Galor dice 'De todos modos...'
Galor dice 'Yo siempre cumplo mis promesas, aunque sean proteger a una novicia cabezota de peligros inexistentes'
Galor sonríe alegremente.
Pones los ojos en blanco. Si es que...
Dices 'te meteré en problemas solo por tu estúpida promesa'
Rhilya sonríe con malicia.
Galor dice 'Si me metes en problemas...'
Galor dice 'tú también caerás conmigo.'
Dices 'eso ya lo veremos'
Le haces cosquillas a Galor, quieres hacerle reír.
Le haces cosquillas a Galor, quieres hacerle reír.
Le haces cosquillas a Galor, quieres hacerle reír.
Le haces cosquillas a Galor, quieres hacerle reír.
Galor sonríe alegremente.
Makzim Gaidin se acerca sigilosamente al cachorro por la espalda.
Miras de reojo a Makzim Gaidin.
Te sonrojas intensamente.
Galor dice 'siempre puedes comportarte como una Sedai y no causar problemas’
Rhilya le hace un movimiento fugaz a Galor para que se gire.
Galor dice 'Me lo pondrás más fácil y...'
Galor se gira y da un salto en el aire al percatarse de la cercanía del entrenador.
Makzim Gaidin dice 'No podrás proteger a nadie si ni siquiera eres capaz de oírme llegar'
Rhilya piensa que ya ha metido en problemas a Galor y solo llevan dos semanas en la Torre.
Makzim Gaidin dice 'Si realmente quieres cumplir esa promesa, con todo lo que puede implicar a futuro, seas o no consciente de ello…'
Makzim Gaidin grita ‘¡A entrenar!'
Te ríes disimuladamente.
Galor vuelve a saltar. Luz, qué capacidad tiene para sobresaltarlo.
Rhilya se encoge cuando ve a Laras de lejos agitando una cuchara.
Galor dice 'Está... Bien. Lo siento, señor.'
Dices 'disculpad, Makzim Gaidin, Galor...'
Dices 'debo volver a mis tareas'
Galor dice 'Cuídate, Rhil. Intenta...'
Galor dice 'No causar ningún desastre en la Torre.'
Rhilya no escucha bien lo último que dice Galor ya que está tratando de llegar lo más rápido posible hasta Laras sin llegar a correr.
Galor se aleja hacia el cubo de las espadas y empuña una, disponiéndose a seguir con el entrenamiento.
Rhilya echa la mirada hacia atrás cuando llega a la puerta de las cocinas... Galor ya está entrenando de nuevo.
Rhilya entra a las cocinas detrás de Laras.
Makzim Gaidin asiente con la cabeza, pensando que el Cachorro no tiene ni idea de qué tipo de promesa ha hecho ni de qué puede implicar. ¿Para qué si no va un aprendiz a la Torre si no para ser vinculado en un futuro? Luchar en las filas de la torre cuando es necesario es bastante digno, pero no es el objetivo final del Cachorro. Ahora solo falta... Qué él lo comprenda y acepte.
(Relato) La dura vida de un Cachorro
Leer: viewtopic.php?p=204#p204
Desde que tuvo aquella conversación con Rhil, Galor comenzó a tomarse aún más el entrenamiento en serio, tanto que en muchas ocasiones tenían que recordarle que podía hacerse daño si no tenía cuidado.
Le estaba costando muchísimo seguir el consejo que le había dado a la muchacha. Ir despacio, ahora que tenía una meta, era, sencillamente, agotador.
El Cachorro guardó la espada de prácticas y se dirigió hacia los baños con una sonrisa. Si algo destacaba de él era el odio al fallo, aunque fuera cualquier tontería. Había estado frustrado porque no conseguía cambiar entre dos poses específicas con la suficiente agilidad y rapidez. Como resultado de aquello, se había llevado más de un espadazo en los entrenamientos. Pero cuando le pilló el truco se dedicó a aporrear con la espada a su compañero de prácticas, en venganza a todos los espadazos que le había dado con anterioridad. Y como el recibir espadazos formaba parte de la lección, nadie podía decirle nada. Que el chico era vengativo no era ningún secreto.
Más de una vez le habían tenido que llamar la atención, pues se dedicaba cuando tenía algo de tiempo a molestar a sus otros compañeros de práctica.
Alguna vez se le pasó por la cabeza intentar gastar una broma a una Hermana, pero por suerte el sentido común le libró de hacer alguna estupidez.
Comunicarse con Rhilya era imposible. En la Torre todo se sabía, y su pequeña reunión en la biblioteca no fue menos. Cuando volvió al entrenamiento, fue apartado a un rincón para una pequeña conversación en la que le explicaron que por muy amigos que fueran, las relaciones entre Novicias, Aceptadas y Cachorros estaban restringidas, pues distraían más que otra cosa. Esto lo cabreó bastante. ¡Ni que se dedicara a interrumpir sus clases!
Esa conversación tuvo consecuencias desastrosas para su estado de ánimo. Estuvo dos días de mal humor y con una cara de cabreo imposible de ocultar.
Y su cabreo trajo más consecuencias negativas, como recibir más golpes en los entrenamientos por no estar atento.
Luz, cómo echaba de menos a esa cabezota.
Finalmente encontró la solución: Dejar notas. No era lo más práctico del mundo, pero les permitiría intercambiar mensajes.
Tenía que encargarse de escribir en clave, pues existía la posibilidad de que alguien pillara la nota y la leyese antes que Rhilya, pero de todos modos podía usarlas para saber que estaba viva y bien.
Eso volvió a mejorar su ánimo y sus ganas de hacer trastadas, por lo que las bromas al resto de cachorros volvieron.
Había uno que le caía bastante mal debido a su nobleza. No es que tuviera nada en contra de ellos, pero no aguantaba sus aires de superioridad. Así que una mañana, mientras desayunaban, Galor se las ingenió para echarle sal en el té que solía tomar.
Y aunque sospecharon de él, pues eran conocidas sus bromas, nadie pudo acusarlo de nada y el noble se quedó con un cabreo y sin té.
Con la sonrisa en la cara, el Cachorro no se dio cuenta de que alguien había malgastado a posta el agua caliente, por lo que tuvo que asearse con agua fría.
–Como pille al que ha hecho esto lo voy a matar. -Murmuró temblando y dándose prisa en secarse, para encontrarse con el noble al que había dejado sin té aquella mañana con una sonrisa burlona en el rostro.
Eso llevó a que Galor le hiciera otra broma, y varios días más tarde, las bromas llegaron a tal punto que fueron amenazados con pasarse el día fregando cacharros como las Novicias. Aparentemente, ser de los mejores Cachorros no garantizaba inmunidad a los castigos, si cabreabas a los Maestros.
Desde que tuvo aquella conversación con Rhil, Galor comenzó a tomarse aún más el entrenamiento en serio, tanto que en muchas ocasiones tenían que recordarle que podía hacerse daño si no tenía cuidado.
Le estaba costando muchísimo seguir el consejo que le había dado a la muchacha. Ir despacio, ahora que tenía una meta, era, sencillamente, agotador.
El Cachorro guardó la espada de prácticas y se dirigió hacia los baños con una sonrisa. Si algo destacaba de él era el odio al fallo, aunque fuera cualquier tontería. Había estado frustrado porque no conseguía cambiar entre dos poses específicas con la suficiente agilidad y rapidez. Como resultado de aquello, se había llevado más de un espadazo en los entrenamientos. Pero cuando le pilló el truco se dedicó a aporrear con la espada a su compañero de prácticas, en venganza a todos los espadazos que le había dado con anterioridad. Y como el recibir espadazos formaba parte de la lección, nadie podía decirle nada. Que el chico era vengativo no era ningún secreto.
Más de una vez le habían tenido que llamar la atención, pues se dedicaba cuando tenía algo de tiempo a molestar a sus otros compañeros de práctica.
Alguna vez se le pasó por la cabeza intentar gastar una broma a una Hermana, pero por suerte el sentido común le libró de hacer alguna estupidez.
Comunicarse con Rhilya era imposible. En la Torre todo se sabía, y su pequeña reunión en la biblioteca no fue menos. Cuando volvió al entrenamiento, fue apartado a un rincón para una pequeña conversación en la que le explicaron que por muy amigos que fueran, las relaciones entre Novicias, Aceptadas y Cachorros estaban restringidas, pues distraían más que otra cosa. Esto lo cabreó bastante. ¡Ni que se dedicara a interrumpir sus clases!
Esa conversación tuvo consecuencias desastrosas para su estado de ánimo. Estuvo dos días de mal humor y con una cara de cabreo imposible de ocultar.
Y su cabreo trajo más consecuencias negativas, como recibir más golpes en los entrenamientos por no estar atento.
Luz, cómo echaba de menos a esa cabezota.
Finalmente encontró la solución: Dejar notas. No era lo más práctico del mundo, pero les permitiría intercambiar mensajes.
Tenía que encargarse de escribir en clave, pues existía la posibilidad de que alguien pillara la nota y la leyese antes que Rhilya, pero de todos modos podía usarlas para saber que estaba viva y bien.
Eso volvió a mejorar su ánimo y sus ganas de hacer trastadas, por lo que las bromas al resto de cachorros volvieron.
Había uno que le caía bastante mal debido a su nobleza. No es que tuviera nada en contra de ellos, pero no aguantaba sus aires de superioridad. Así que una mañana, mientras desayunaban, Galor se las ingenió para echarle sal en el té que solía tomar.
Y aunque sospecharon de él, pues eran conocidas sus bromas, nadie pudo acusarlo de nada y el noble se quedó con un cabreo y sin té.
Con la sonrisa en la cara, el Cachorro no se dio cuenta de que alguien había malgastado a posta el agua caliente, por lo que tuvo que asearse con agua fría.
–Como pille al que ha hecho esto lo voy a matar. -Murmuró temblando y dándose prisa en secarse, para encontrarse con el noble al que había dejado sin té aquella mañana con una sonrisa burlona en el rostro.
Eso llevó a que Galor le hiciera otra broma, y varios días más tarde, las bromas llegaron a tal punto que fueron amenazados con pasarse el día fregando cacharros como las Novicias. Aparentemente, ser de los mejores Cachorros no garantizaba inmunidad a los castigos, si cabreabas a los Maestros.
(Relato) Luz, dame paciencia
La paciencia es importante. Y eso, aunque lo sé, tengo poca.
Y de eso se dieron cuenta bastante pronto en la Torre. Y le pusieron remedio… A su manera. Efectiva, pero agobiante.
–Cachorro, tienes un problema. –Me dijo uno de los Maestros de los Guardianes.– Tu dominio de la espada es adecuado, has aprendido por fin cuando parar y no exigirte demasiado. Pero todavía te falta algo importantísimo.
El Maestro hizo una pausa, aumentando mis nervios.
–Te falta paciencia. –Añadió tras unos segundos. La verdad es que no me decía nada nuevo, ya lo sabía.
–para ser un buen Guardián necesitarás ser paciente. No todo se puede conseguir para ya. Así que mañana una hermana te entregará una nota con una pequeña misión que esperamos que lleves a buen término. Puedes aprovechar el resto de la tarde para descansar. Tienes, de hecho, prohibido tocar una espada o aparecer por el patio de entrenamiento.
Estupendo. Me harían perder una tarde, cuando podría salir ya a la misión. Y encima no me dejaban entrenar.
No podía entrenar. No podía molestar a Rhilya. No podía gastarle bromas a mis compañeros porque estaban todos entrenando. ¡Luz! Me aburriría demasiado.
Las horas pasaron lentamente, como si fueran días. Me dediqué a explorar las estancias de los guardianes, pensando que encontraría algo nuevo que no hubiera visto ya, pero cuando quise entrar a husmear en el lugar asignado a los Guardianes vinculados, me echaron sin miramientos.
Me aburría. Muchísimo.
Por fin llegó la hora de cenar y pude comer con mis compañeros. Compañeros que se fueron a dormir casi al terminar debido al agotamiento, agotamiento que yo no tenía.
No pude dormir casi por los nervios. ¿Qué misión me asignarían? ¿Iría solo?
El tiempo se arrastró lentamente. Más lento de lo que me gustaría, el sol salió por fin. Parecía que el astro se burlaba de mi impaciencia.
Y por fin la Aes Sedai me dio la nota con mi misión: Tenía que solucionar un problema de entretenimiento con unos soldados aburridos. ¿En serio?
Pensé que era una broma, pero pronto me dieron unos dados para que los llevara a un campamento.
–Por cierto, Cachorro. –Avisó con una sonrisa.– Tómate tu tiempo. No queremos que los caballos se cansen o te sobreesfuerces. Las misiones tienen que salir bien, y hasta la más simple requiere su tiempo.
Me despedí con un asentimiento y monté en el caballo que me habían otorgado. Al menos era uno bueno. Me había dedicado durante mucho tiempo a cuidarlos, pero nunca había podido montar en un caballo bueno.
El camino fue lento y aburridísimo. No me atreví a llevarle la contraria a la Sedai, quién sabía si le había puesto alguna alarma o algo al caballo con el poder.
Deseaba que la misión terminara pronto, porque era evidente que era una pérdida de tiempo y que la habían hecho para fastidiarme la existencia.
Cuando entregué los dados, me dijeron que tenían otra misión para mi. Entregar una carta. Que ya que estaba…
–Pero a mi no se me dijo…
El soldado me puso delante de las narices un papel con el sello De la Torre Blanca y cerré la boca. ¿De verdad ahora tenía que hacer de cartero?
No pudiendo ocultar la cara de cabreo, cogí la carta y me dirigí hacia su destino.
Dos días más tarde pude entregarla, para enterarme que la persona a la que iba destinada no era quien me habían dicho. Por lo visto, quien me avisó se había confundido con un gemelo o algo así.
Otros dos días de viaje y por fin pude entregar la dichosa carta. Y mi paciencia estaba agotada por completo.
–Muchas gracias, aunque pensé que tardarían menos en entregarme el mensaje. –Fue la respuesta del hombre que me cogió la carta.– Aquí tienes. Ya que vas a Tar Valon, entrega esto, por favor.
Aquello me daba mala espina, aunque era lógico que me dieran algo para que pudieran comprobar que había cumplido con mi encargo.
Pero ya estaba a punto de terminar.
Pensando que había terminado, me dirigí hacia la ciudad con el ánimo bastante alto.
Pero cuando entregué la dichosa respuesta me encontré con que tenía que llevar otra carta más. ¿De verdad?
Otros tres días de viaje, porque seguía sin atreverme a desobedecer a la Aes Sedai.
Cuando entregué la carta, me ordenaron descansar hasta el día siguiente y volver con tranquilidad.
Por fin pude ponerme en marcha. Y por fin terminó mi misión cuando llegué a la Torre.
–dinos, Cachorro. –Pidió uno de mis Maestros.– ¿Qué has aprendido?
La respuesta que pugnó por salir de mis labios fue “que tengo que ocultar mi forma de ser a la Torre porque fastidian demasiado”, pero en lugar comenté:
–Que tengo que ser paciente. Pero sinceramente, me cuesta muchísimo. Sobre todo, porque esta misión me ha alejado más de una semana de mis entrenamientos.
–Te equivocas, muchacho. La paciencia también se entrena. Un guardián tiene que saber cuándo ser paciente, cuando pasar desapercibido, cuándo actuar, cuándo es mejor esperar… Algún día, tu Aes Sedai necesitará tu espada, es cierto. Pero no todo es pelear; la mayoría de las veces, necesitará tu paciencia, y que actúes con sentido común.
>Eres bueno, pero tienes que pararte a pensar un poco más. Tienes que mirar a tu alrededor y tratar…
Un par de horas después, salí pensativo camino a mi habitación. Mi cabreo se había esfumado, para ser sustituido por una nueva determinación. Aprendería más sobre qué es ser un guardián. Si quería proteger a Rhilya y ser su Guardián, tenía que ser el mejor, así tuviera que entrenar la paciencia a diario.
Y de eso se dieron cuenta bastante pronto en la Torre. Y le pusieron remedio… A su manera. Efectiva, pero agobiante.
–Cachorro, tienes un problema. –Me dijo uno de los Maestros de los Guardianes.– Tu dominio de la espada es adecuado, has aprendido por fin cuando parar y no exigirte demasiado. Pero todavía te falta algo importantísimo.
El Maestro hizo una pausa, aumentando mis nervios.
–Te falta paciencia. –Añadió tras unos segundos. La verdad es que no me decía nada nuevo, ya lo sabía.
–para ser un buen Guardián necesitarás ser paciente. No todo se puede conseguir para ya. Así que mañana una hermana te entregará una nota con una pequeña misión que esperamos que lleves a buen término. Puedes aprovechar el resto de la tarde para descansar. Tienes, de hecho, prohibido tocar una espada o aparecer por el patio de entrenamiento.
Estupendo. Me harían perder una tarde, cuando podría salir ya a la misión. Y encima no me dejaban entrenar.
No podía entrenar. No podía molestar a Rhilya. No podía gastarle bromas a mis compañeros porque estaban todos entrenando. ¡Luz! Me aburriría demasiado.
Las horas pasaron lentamente, como si fueran días. Me dediqué a explorar las estancias de los guardianes, pensando que encontraría algo nuevo que no hubiera visto ya, pero cuando quise entrar a husmear en el lugar asignado a los Guardianes vinculados, me echaron sin miramientos.
Me aburría. Muchísimo.
Por fin llegó la hora de cenar y pude comer con mis compañeros. Compañeros que se fueron a dormir casi al terminar debido al agotamiento, agotamiento que yo no tenía.
No pude dormir casi por los nervios. ¿Qué misión me asignarían? ¿Iría solo?
El tiempo se arrastró lentamente. Más lento de lo que me gustaría, el sol salió por fin. Parecía que el astro se burlaba de mi impaciencia.
Y por fin la Aes Sedai me dio la nota con mi misión: Tenía que solucionar un problema de entretenimiento con unos soldados aburridos. ¿En serio?
Pensé que era una broma, pero pronto me dieron unos dados para que los llevara a un campamento.
–Por cierto, Cachorro. –Avisó con una sonrisa.– Tómate tu tiempo. No queremos que los caballos se cansen o te sobreesfuerces. Las misiones tienen que salir bien, y hasta la más simple requiere su tiempo.
Me despedí con un asentimiento y monté en el caballo que me habían otorgado. Al menos era uno bueno. Me había dedicado durante mucho tiempo a cuidarlos, pero nunca había podido montar en un caballo bueno.
El camino fue lento y aburridísimo. No me atreví a llevarle la contraria a la Sedai, quién sabía si le había puesto alguna alarma o algo al caballo con el poder.
Deseaba que la misión terminara pronto, porque era evidente que era una pérdida de tiempo y que la habían hecho para fastidiarme la existencia.
Cuando entregué los dados, me dijeron que tenían otra misión para mi. Entregar una carta. Que ya que estaba…
–Pero a mi no se me dijo…
El soldado me puso delante de las narices un papel con el sello De la Torre Blanca y cerré la boca. ¿De verdad ahora tenía que hacer de cartero?
No pudiendo ocultar la cara de cabreo, cogí la carta y me dirigí hacia su destino.
Dos días más tarde pude entregarla, para enterarme que la persona a la que iba destinada no era quien me habían dicho. Por lo visto, quien me avisó se había confundido con un gemelo o algo así.
Otros dos días de viaje y por fin pude entregar la dichosa carta. Y mi paciencia estaba agotada por completo.
–Muchas gracias, aunque pensé que tardarían menos en entregarme el mensaje. –Fue la respuesta del hombre que me cogió la carta.– Aquí tienes. Ya que vas a Tar Valon, entrega esto, por favor.
Aquello me daba mala espina, aunque era lógico que me dieran algo para que pudieran comprobar que había cumplido con mi encargo.
Pero ya estaba a punto de terminar.
Pensando que había terminado, me dirigí hacia la ciudad con el ánimo bastante alto.
Pero cuando entregué la dichosa respuesta me encontré con que tenía que llevar otra carta más. ¿De verdad?
Otros tres días de viaje, porque seguía sin atreverme a desobedecer a la Aes Sedai.
Cuando entregué la carta, me ordenaron descansar hasta el día siguiente y volver con tranquilidad.
Por fin pude ponerme en marcha. Y por fin terminó mi misión cuando llegué a la Torre.
–dinos, Cachorro. –Pidió uno de mis Maestros.– ¿Qué has aprendido?
La respuesta que pugnó por salir de mis labios fue “que tengo que ocultar mi forma de ser a la Torre porque fastidian demasiado”, pero en lugar comenté:
–Que tengo que ser paciente. Pero sinceramente, me cuesta muchísimo. Sobre todo, porque esta misión me ha alejado más de una semana de mis entrenamientos.
–Te equivocas, muchacho. La paciencia también se entrena. Un guardián tiene que saber cuándo ser paciente, cuando pasar desapercibido, cuándo actuar, cuándo es mejor esperar… Algún día, tu Aes Sedai necesitará tu espada, es cierto. Pero no todo es pelear; la mayoría de las veces, necesitará tu paciencia, y que actúes con sentido común.
>Eres bueno, pero tienes que pararte a pensar un poco más. Tienes que mirar a tu alrededor y tratar…
Un par de horas después, salí pensativo camino a mi habitación. Mi cabreo se había esfumado, para ser sustituido por una nueva determinación. Aprendería más sobre qué es ser un guardián. Si quería proteger a Rhilya y ser su Guardián, tenía que ser el mejor, así tuviera que entrenar la paciencia a diario.