Mi historia comienza como la mayoría, con un padre y una madre, si se querían o no, no es relevante, tampoco son relevantes sus vidas, ni sus muertes, no importa si tuve 5 hermanos, ni si todos ellos murieron en un viaje en barco en el que yo no me subí, no importa si desde entonces mi vida transcurre en las calles de esta maldita ciudad que hace que cada día los recuerde con dolor, no importa si mi hermana se marchó, sabe el creador a donde, no importa ni mi objetivo ni mi destino, nada de eso importa, y es más, nada de eso debería importarte a ti.
Como sigues preguntando tendré que contarte que mi infancia pasó entre posadas y tabernas, gastándome en apuestas lo poco que conseguía gracias a las limosnas de los 'tarvalenses y algún trabajo.
Un día esas apuestas fueron a más. Tenía que entrar en la Torre Blanca y conseguir un bien de alguna de sus habitantes: el chal de una sedai. Todo iba bien, mi reto estaba a punto de terminar, pero el Maestro de Guardianes me descubrió cuando corría por los pasillos. Mis huesos fueron a dar a los calabozos de la Torre y se me impusieron trabajos forzados como limpiar los campos de entrenamiento y las habitaciones de los gaidins, siempre bajo la atenta mirada de Neidol.
Su destreza con la espada me llamaba mucho la tención, cada vez que podía echaba un vistazo a sus entrenamientos y, después de cumplir mi castigo y viendo que nada ni nadie me esperaba fuera, decidí unirme a la Guardia.