Recuperación y estancia con los granjeros

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Miskraum
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Registrado: 20 Ene 2021, 21:10

Recuperación y estancia con los granjeros

Mensaje por Miskraum »

Este relato se inicia justo antes de la conversación que Albiashur mantuvo con el granjero en la posada la Mujer de Tanchico.

Punto de vista: Albiashur
nota: este relato cuenta con la autorización expresa de Benris para ser mencionado.
Los granjeros aludidos podrían ser cualquiera de los de Meranda, pues en la posada de esta aldea donde despertó Albiashur.

Acabo de despertar. Creo que no hay parte de mi cuerpo que no me duela. Si miro a mi alrededor no conozco nada de lo que veo
Aunque pequeña, esta habitación de la posada es lo suficientemente cómoda para
descansar una noche tras un largo camino por las tierras de Andor. Mirando el
lugar, puedes ver que el mismo está provisto de lo necesario para continuar a
la mañana siguiente con el recorrido. Una jofaina de cristal sobre una mesa de
hierro colado, una percha para colgar las capas o abrigos tras la puerta y una
cama bastante cómoda, es lo que se necesita para relajarse y recobrar fuerzas
para la jornada que se aproxima.
Junto a mi, una señora de aspecto maternal pone sobre mi cabeza paños con agua fría.
Cuando me ve despierto suspira.
--¡Por fin has despertado, chico! -me dice alegre- llevas ahí, en esa cama cinco largos días.
--¿cómo? -intento preguntarle- aunque la sequedad de mi garganta, y el no poder hablar durante ese tiempo, hace que lo único que salga de mi boca sea una especie de graznido.
Ella, al verme intentar incorporarme me vuelve a tender suavemente. Yo la dejo hacer pues, me duele todo tanto, que si sigo intentándolo caería inconsciente.
--Relájate, aún te queda un tiempo para eso. Verás, -me decía mientras me acercaba un jarro con agua-, mi esposo te encontró casi al borde de la muerte y te trajo a nuestra granja, pero, hablamos con el posadero de la aldea para traerte aquí. Las condiciones de nuestra casa no son las mejores para un joven convaleciente. A cambio él pagaría tu manutención.
--Gracias, señora, -le contesté mirando para otro lado avergonzado.
--El posadero hizo venir a una curandera, que dijo que en un par de semanas estarías preparado para empezar a levantarte.
Con esta conversación inició mi vuelta a la realidad tras el ataque de unos bandidos que sufrimos mi hermano y yo tras la huida de Mos Shirare.
Me contó que parece ser que me dieron una paliza muy grande, y que no tenía nada más que la ropa que llevaba puesta y la espada, que no había ni dinero, ni ningún otro tipo de enser.
Cuando le pregunté por Benris, tristemente me dijo que su marido me había encontrado a mi, que no vio a nadie más. Que yo estaba tirado al borde de un camino a la orilla de un río.

Cuando me hube repuesto, tras muchos dolores, y alimentándome solo a base de caldos y cosas por el estilo, pude abandonar la posada, y me mudé a la granja.
Allí durante casi dos meses estuve ayudando a los granjeros para pagarles la deuda contraída.
El trato no pudo ser más exquisito: buena comida, leche fresca a diario, buen vino…, pero, a mi me faltaba algo, no podría estar mucho tiempo allí, y eso, el granjero lo notó en seguida.
No quise contarles mucho de mi vida, pues, aunque soy de natural extrovertido, solo tenía un pensamiento en mi cabeza, a saber, encontrar a Benris e ir juntos a Tar Valon para hacernos guardianes. No quería suponer una carga para una familia ya de por sí con muchos problemas, y así se lo hice saber a ellos.
En cierta ocasión, me despertó la granjera y me dijo que su esposo tenía que hablar conmigo.

--Decidme pues -le dije mientras atacaba unos huevos con tocino perfectamente cocinados.
--Verás, hijo -me dijo el hombre con una seriedad inusual en él-, nos estás siendo de mucha ayuda en la granja, es innegable, pero ni tú quieres seguir aquí, y nosotros no podemos hospedarte por más tiempo, puesto que en breves vendrán nuestros hijos tras pasar el verano en las montañas con el ganado, y no habrá más sitio en la casa.
--Lo entiendo -le dije.
--La próxima semana, iré a Tar Valon a venderle productos a un carnicero amigo mío, y allí podré llevarte si quieres. Como sabes, he preguntado a mucha gente por tu hermano, y no he encontrado ninguna pista suya. ¿Por qué no pruebas a hablar con las aes sedai para intentar solucionarlo? De esa forma, tú podrás iniciarte como guardián, y si se sabe algo de Benris, podríais volveros a juntar.
No pude más que emocionarme agradecido, y darles un abrazo a los dos por la amabilidad prestada.
Durante esa semana, mi trabajo se intensificó, pues mis esperanzas renacían. La granjera me observaba por un lado triste y por el otro no tanto, puesto que vio en mi una mejoría anímica que no creía posible. Me había vuelto una persona taciturna, reflexiva, en fin, alguien muy distinto a lo que yo era antes, que siempre fui jovial, siempre sonriente con todo el mundo…
Cuando partíamos, me despedí de la granjera con lágrimas de agradecimiento, subí al carro del granjero y nos dirigimos a la gran ciudad.
Cuando a lo lejos pude ver por primera vez la Torre Blanca, no podía si quiera imaginar tanta grandeza, y tanta belleza. Me quedé extasiado.
Al pisar tierra, lo primero que pensé fue: al fin mi vida cambiará para siempre…


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