Buenas, paso a publicar el relato que hice para el evento de Talika. Es un relato en primera persona.
De joven siempre fui un Ogier al que le gustaba aprender. Pero no acababa de darse me bien nada de lo que los ancianos o los sabios me enseñaban.
Siempre fui algo solitario hasta que conocí a una joven con la que poder hablar de las cosas que me inquietaban. Ya que cuando lo intentaba con los ancianos o los sabios siempre me decían que ya tendría tiempo de vivirlo, que esas cosas no se encontraban en los libros. Que los ogier teníamos que cuidar de la tierra y de nuestros ancianos.
Las principales destrezas que tenía eran la jardinería y los animales.
Para practicar ambas cosas me dejaron a cargo de una mula la cual siempre se escapaba de los establos para que la enseñase a acudir a la llamada y a permanecer junto a mí.
Compatibilizaba las dos tareas razonablemente bien hasta que un día la perdí. Creyendo que no podía haber ido muy lejos me dispuse a seguir su rastro por los senderos del stedding. Después de buscarla durante mas de media jornada pude notar que se había adentrado en el bosque del este. Se me hizo extraño ya que por allí no había hierbas o zanahorias para ella, ya que las cultivábamos en el huerto precisamente para evitar que se escapasen de las zonas que estaban más habitadas.
La encontré comiendo brotes que nacían de los pies de los árboles. Estaba muy cerca de las montañas, así que me dispuse a rodearla para evitar que siguiese avanzando para allá.
Fue entonces cuando descubrí una zona entre las rocas que se adentraba ligeramente en la piedra. Al estilo de una cueva pero con dibujos.
Me llamó la atención pero como había permanecido mucho rato buscándola y ya estaba oscureciendo decidí preguntar a los ancianos y llevar a la mula con sus compañeras.
Después de este suceso y de conversar con distintos ogier sobre la cueva obtenía respuestas contradictorias. Hasta que de tanto preguntar me llamaron al consejo.
Tenía muchos nervios ya que nunca antes había podido entrar en ellos. Creía que solo estaría allí para escuchar. Pero me sorprendieron en un momento solicitando que explicase mi experiencia en aquella zona.
Me comentaron que eso era un territorio del que no había a penas información. Que fue una zona creada para viajar más rápido. Aunque las cosas que me explicaron eran muy escuetas me facilitaron algunos libros que tenían que ver con el poder único y la era de leyenda. También me presentaron a Elania, una joven ogier que perdió a su hermana en los atajos y me hablaron de otros casos de ogiers que habían quedado muy débiles mentalmente después de adentrarse en los mencionados atajos.
Los atajos... Nunca había leído nada sobre el tema. Solo recordaba que eran las típicas historias que nos contaban los ancianos para ponernos en alerta para que no fuésemos tan confiados. Pero nunca me habían descrito como eran sus entradas. Y por lo que ahora me explicaban todos y conforme iba leyendo parecía que esa era una de ellas.
Desde aquella reunión en el consejo pusieron a un par de vigilantes en aquel punto. Al principio no lo entendía pero fue hablar en privado con Elania y leer los libros para conprenderlo.
Al parecer había una presencia que había nacido que se llamaba el viento negro. Según la exposición a él y la cercanía producía distintos efectos. Desde un ligero dolor de cabeza, una desorientación... Y en los casos más extremos desde la pérdida de alma hasta la locura.
Pasaron los años y iba teniendo cada vez la necesidad de salir, ver el mar, las zonas mas alejadas de las montañas del stedding. Y no limitarme a ir de visita a los stedding vecinos.
Tuve la oportunidad de salir con unos ancianos y un viajero que nos trajo noticias a Shangtai. Sigo pensando que todo fue por dejarme salir, que calmase esa necesidad de conocimiento. Pero sucedió justo lo contrario, tenía unas ganas insaciables de saber y aprender,
Pasados los días llegamos a Caemlyn. Me entusiasmaba ponerme a andar a paso ligero y ver que el caballo del visitante iba a mi ritmo.
Cuando una anciana habló con los humanos encargados de dicha ciudad nos solicitaron ir a Tar Valon para conseguir información de como estaban los acontecimientos por las tierras fronterizas.
Me volví a sentir un joven por esa necesidad de conocer como era la ciudad de Tar valon, ya que la habían construido antepasados nuestros. En aquella ocasión tuve que frenar mi paso. Ya que el visitante no nos acompañó ya que se quedó comerciando con algunos productos que previamente nos había comprado a nosotros. Pero tenía que adaptarme a los ancianos y no dejarlos atrás.
Finalmente en Tar Valon fue uno de los momentos en que pensé que de tan despacio como iban las reuniones y los pocos indicios que teníamos de como estaba la situación nos volveríamos al stedding con a penas la misma información con la que partimos de Shangtai.
Esos días los aprovechaba para ver todas las piedras, construcciones, estructuras, puentes, la torre blanca...
Hasta que vi a muchos estudiantes humanos con libros infinitamente mas pequeños que los nuestros que salían de la biblioteca de la Torre Blanca.
Me dispuse a entrar y preguntar si podría leer algunos libros. Aquel día fue una de las pocas veces que la curiosidad de otro ser me empezó a resultar algo molesta. A la misma vez que yo tenía muchas preguntas que quería que fuesen respondidas la bibliotecaria tenía la misma cantidad de preguntas sobre nuestra raza. Y me enseñaba libros para que le ampliase o le desmintiese información que allí se encontraba.
Pasado el primer día de curiosidad de la bibliotecaria pude estudiar relativamente con calma. Sentí cierto alivio por que su curiosidad se hubiese saciado aunque de vez en cuando se acercaba para preguntar algo puntual ya no interrumpía mi estudio. Es curioso. La necesidad de saber de los Ogier menos curiosos al menos hubiese durado una semana como poco.
Ahí pude obtener mucha información a cerca de como fueron creados los Stedding. Aunque toda esta información venía a refrendar todo lo que había leído en los tomos de Shangtai.
Hasta que un día visitando la arboleda de Tar Valon encontré detrás de unos bancos de piedra una estructura como la de Shangtai, pero esta recubierta por especies de plantas y arbustos pequeños.
Fue al volver a encontrarme con la estructura cuando volví a avivar mi interés por dichos atajos y en la biblioteca encontré algo de información ampliada.
Cuando se lo explicaba a los ancianos ya no trataban de contener mi curiosidad. Además a veces me hacían preguntas las cuales no podía responder todavía. Esas preguntas me animaban a buscar en otros libros que no tenían relación para poder darles una respuesta lo antes posible.
Por el dibujo de un símbolo de los que estaban tallados en estas estructuras pude encontrar mucha información de como funcionaba el sistema de atajos. Y del tan temido Machin Sin.
Pero hubo un día que todo esto se aceleró como es habitual en los humanos.
Teníamos mucha información. Tanta que no sabíamos que hacer con ella.
Se le sumó a esto una pesadumbre y una tristeza que nos iba invadiendo a los ancianos y a mí.
Pensábamos que era por estar lejos de un stedding, lo que se conocía como la nostalgia.
Fue cuando la anciana se acercó una mañana y me dijo que aquel día no iba a acudir a más reuniones con los humanos, que había llegado el momento de partir y que teníamos que hacernos con la máxima información, que no había tiempo que perder y que si me veía con la suficiente seguridad para entrar en los atajos.
Aquello me dejó tan sorprendido que creo que fue una de las pocas veces hasta que tuve un cargo en el consejo que me quedé mas de media hora pensando sin dar una respuesta apresurada.
Finalmente le respondí que si la información de los libros no había cambiado y estaba actualizada creía que sería posible. Extrañamente en ese momento Además insistí en hacer el viaje por caminos naturales.
Ella me sonrió y me dijo que no había tiempo.
¡Pero como no iba a haber tiempo si llevábamos años y años sin usarlos. A excepción de algunos eruditos y esos casos no habían acabado bien!
Volvió a insistir en que no quedaba tiempo, que las noticias que había recibido era necesarias ponerlas en conocimiento del consejo. Y que ni siquiera una paloma llegaría antes que nosotros a través de los atajos.
Dí tal salto que creo que todavía en la posada hay un hueco con la forma de mi cabeza en el techo.
Así que ese mismo día nos dispusimos a cargar a unas mulas que adquirimos en Tar Valon y los macutos que llevaríamos nosotros. Fue la primera vez que llevaba más comida que libros encima.
Esperamos al amanecer del día siguiente para aprovechar la luz natural.
Con un libro del funcionamiento de las estructuras entramos en la arboleda.
Pedimos que unos guardianes evitasen que cualquier humano pudiese seguirnos o entrar sin que nos diésemos cuenta y poner su vida en peligro.
Tras varios intentos tocando la estructura conseguimos que la misma se abriese. Desde ese momento empezaron a salir las cosas totalmente contrarias a como habíamos previsto que sucederían. Daba igual que a fuera hiciese un sol brillante. En las profundidades de aquellos túneles cualquier mínima luz se perdía a los pocos metros. Así que uno de nuestros compañeros corrió a una tienda para comprar tablones para hacer antorchas y algún barril de aceite por si no teníamos tiempo de cantar las antorchas.
Una vez regresó, nos adentramos en los túneles.
Lo cierto es que eran unas construcciones que se notaba que habían sido echas por ogier y mezcladas con el poder único. Aquel silencio era algo muy inquietante. Era desconcertante el mirar en cada encrucijada los pedestales de piedra. En los libros no se explicaba que teníamos que, en algunos casos volver por donde habíamos venido. Y aunque parecía que no avanzábamos al llegar a la siguiente encrucijada veíamos que nuestro destino, Shangtai y nuestra partida, Tar valon, cambiaban su orientación, con lo que deducíamos que estábamos acercándonos.
No sabíamos cuanto tiempo llevábamos allí dentro ya que habíamos consumido muchas raciones de comida. Y veíamos como cada vez las alforjas iban mas vacías de comida y madera para las antorchas. En aquel momento pensé que como nos quedásemos sin comida sería el final. Pero si nos quedábamos sin luz también lo sería. Así que expliqué al grupo la situación y que el intentar aprender algo de aquella experiencia mas allá de salir con vida y ir dibujando el camino y los pedestales era prescindible. Que ya lo haríamos en otra ocasión si era posible llegar a Shangtai.
Estuvimos todos de acuerdo en ello con lo que nos pusimos a andar más rápido con cuidado de no tropezar en algún puente.
Consumidas 3 antorchas más comencé a notar un frío y una pesadez en la cabeza.
Mis compañeros no lo notaron. Pero al ver que me inquietaba la anciana me preguntó por mis sensaciones. Menos mal que hizo la pregunta porque si no no se si lo habría llegado a comentar antes de que fuese demasiado tarde.
Les dije que no me sentía bien ¡que teníamos que retroceder! Tras esto todos nos quedamos pensando y la anciana aprobó con un gesto. Me sugirió que fuese delante. Justo cuando doblamos la esquina por la que regresamos, vimos que las llamas de las antorchas empezaban a doblarse hacia el lado contrario del que veníamos.
Eso nos puso con todos los sentidos alerta ya que hasta entonces no lo habíamos notado por el resto de aspectos a los que prestábamos atención. Pero en aquel territorio el aire no circulaba, con lo que era la primera vez que lo detectábamos.
Aunque la dirección de Shangtai no aparecía hacia donde nos retiramos, gracias a los dibujos que hacía Alen de los pedestales, pudimos encontrar una ruta que parecía que podría llevarnos a nuestro destino.
Caminando siguiendo dicho mapa y asegurándonos por los pedestales, llegamos a otra encrucijada en la que me volví a sentir como la anterior vez. Con la diferencia de que en aquella ocasión pude notar también un silencio mayor que el resto de silencios. Más opresivo.
Según el pedestal y el mapa teníamos que doblar a la derecha. Pero Entonces no sabía de donde venía el Machin Sin.
Finalmente decidimos regresar por el camino. Y el pedestal señalaba un ángulo recto para coger la ruta de Shangtai, hacia Delante o a la derecha. Pero según las marcas habíamos probado las dos rutas.
NO sabíamos si abría una tercera entrada. Pero entonces ví en el pedestal que estaba el stedding Tsofu señalado hacia una isla superior. Altura a la cual no habíamos ascendido todavía.
Lo comenté con todos, esa vez sí, decidí no dejarme nada por comentar. Y el resto estuvieron de acuerdo que entre que nos quedaban pocas luces y que podríamos llegar si no nosotros, otros Ogier a llevar la noticia al consejo, podría ser una alternativa mejor que caminar por una ruta que tenía muchas posibilidades de estar bloqueada.
Justo al subir a la isla superior vimos que solo había una dirección posible.
Así que de repente mientras anotábamos en el mapa la dirección tomada encontramos una zona levemente iluminada con una estructura en el centro.
Nos entraron tantos nervios que no sabría decir cuantas veces tuvimos que intentar abrir la puerta. Finalmente lo conseguimos y nada más salir nos encontramos en un bosque.
Estaba a punto de anochecer pero no nos daba la sensación de estar en un stedding. Había mucha vegetación, la habitual en los alrededores de ellos. Hasta que descubrimos un sendero que nos conducía a él.
Que sensación tan indescriptible la de volver a entrar en un Stedding.
Es como la de encontrar una cama, comer un plato caliente, beber agua hasta dejar de tener sed... Todo eso pero al mismo tiempo.
En ese momento toda la urgencia de comunicar noticias nos parecía que podía posponerse unas horas. Que no pasaría nada por esperar y echarnos un sueñecito antes.
Tras recuperarme ligeramente de esa sensación empecé a apresurar al grupo para hacer ir a alguien a Shangtai a comunicar las noticias al consejo y convocarlo aunque no fuésemos nosotros.
El resto seguían como aturdidos pero se pusieron en marcha con desgana.
Nos pusimos a hablar con los ogier de Tsofu pero yo veía que iban con excesiva calma...
¡Y que esto lo diga uno de su raza!
finalmente se organizó un grupo para enviar el mensaje y pese a que estaba muy cansado Decidí partir con ellos, seguía inquieto.
El salir del stedding sin a penas recuperarme de tanto tiempo sin visitar uno fue algo muy desolador. Pero sabía que tenía que hacerlo.
NO sabía porqué tenía tantas ganas de volver a Shangtai.
Durante el viaje por caminos y montañas nevadas en pleno mes de Shaldine. Pese a que hacía mucho frío tuve una sensación de relajación al no tener que estar pendiente de los pedestales, de sensaciones internas. Solo de la naturaleza.
Se me olvidaba, en los atajos estuvimos 5 días. Mas el día y medio de Tsofu a Shangtai.
En cuanto llegamos a Shangtai comprendí que me sucedía. No solo tenía nostalgia de un hogar. Si no también de una persona. Me dí cuenta en cuanto vi a Elania correr hacia donde estábamos.
En ese momento pensé que para hacer apresurarse a un Ogier o lo tienes que sacar de un stedding por un tiempo hasta que eche en falta volver o tiene que estar enamorado de alguien al que deje atrás.
Tras entregar el mensaje y comer productos típicos de Shangtai convocaron el consejo para esa noche. Teniendo en cuenta que fue a medio día cuando llegamos.
Había sido algo muy importante que había apresurado a todo el consejo de los Ogier.
Mientras me entretenía con unas castañas asadas en plena reunión del consejo aprovechando que los ancianos debatían en susurros y no me enteraba de que hablaban. Me hicieron contar la historia de nuestro viaje. Mientras la contaba solo podía escuchar orejas agitadas a mi alrededor.
Cuando finalicé el relato se hizo un silencio en el que solo se escuchaban los zumbidos de algunas luciérnagas y de alguna anciana limpiándose las lágrimas.
Tras agradecerme traer a todos los Ogier a salvo me propusieron ser el mayor del consejo.
Creía que no lo merecía ya que había otros Ogier de mayor edad y con mucha más sabiduría que yo que tenía menos edad. Me enseñaron que el anterior mayor se estaba apagando y que necesitábamos a un mayor entre todos los ancianos para dirigir próximos consejos, enseñanzas, transmitir el conocimiento recién adquirido en nuestro viaje...
¡Además me hicieron notar, de una forma poco sutil para un Ogier que se me estaban poniendo la barba y las cejas de color blanco!
Esta es la historia de Derel, resumida para los humanos que podrán distribuir los Ogier en sus diversos viajes de exploración y conocimiento.
La historia ampliada con mapas, pormenorizada día a día y con anécdotas que solo nos hacen reír a los Ogier, la podréis encontrar en la biblioteca de los diferentes stedding.
Derel, actual mayor del consejo Ogier.