Llevando a cabo la misión
Publicado: 03 Feb 2021, 15:39
Temática: relato
Participantes: Visoreina, Hilmarith
Punto de vista: Narrador
Capítulo I
El piar de los pájaros más madrugadores rompía el silencio del alba. El ambiente era fresco y soplaba una ligera brisa que acompañaba a la oscuridad que había reinado durante la noche. El terreno era verde completamente, salpicado por el marrón de los troncos de los muchos árboles. Salvo por algún altiplano la zona era bastante llana y de una extensión grande. Fácil para ocultarse entre las sombras de las copas de los árboles. De repente, el reflejo de un rayo de sol contra la hoja de un puñal que volaba hacia una sombra aparentemente vacía rompió la armonía y la paz que habitaba. El puñal había salido de la nada, como si hubiese sido creado por algún ente con poderes sobre humanos o superiores. Lanzado sin emitir ni un sonido y sin titubear en el vuelo ni un centímetro. Se dirigía con la punta afilada y con el filo de color verdoso a gran velocidad a una altura del pecho de una persona. El sonido del impacto fue sordo, más alto que el sonido que estaba emitiendo la propia naturaleza en aquel nuevo día. Al suelo cayó una rama de árbol con un puñal que aún vibraba después de la penetración rápida y letal. Detrás de la rama había unas botas negras con unas hebillas doradas. Más arriba un pantalón ceñido de un color oscuro. Le acababa de vestir una chaqueta entallada de la misma tonalidad. El rostro de la mujer era alargado y la figura esbelta. Tenía un cabello rojo como el fuego largo y liso que le cubría los hombros. Con las piernas algo abiertas y un poco flexionadas por si tuviera que reaccionar con celeridad a un nuevo ataque. Armada con una espada corta y un puñal miraba a su alrededor en búsqueda de su atacante. Se quedó observando hacia la copa de un árbol cercano. Movió un pie para desplazar el cuerpo hacia un lado y ganar visibilidad. Allí estaba, era una figura inmóvil camuflada perfectamente entre las ramas y las hojas del árbol. De nuevo, la figura como sí de un espasmo se tratase, lanzó un puñal con la misma violencia que el anterior. La mujer ataviada de ropas oscuras y de doble arma esta vez lo repelió con un movimiento rápido hacia un lado y golpeándolo con la espada se perdió entre la hierba. Al volver a mirar a la copa, la figura ya no estaba allí. El lanzamiento había sido una estrategia para distraerla. No tardó en volver a encontrar a aquella persona que no sabía porqué le estaba atacando. Estaba próxima a ella, parapetada por un tronco. Esta vez pasó a la ofensiva, con un lanzamiento igual de preciso que su rival. El vuelo era bajo, se dirigía hacia una extremidad inferior. La figura reaccionó saltando hacia un lado. Pero todo había sido un engaño, justo al lanzar el puñal, se había movido con rapidez intuyendo la defensa. Así que esta vez estaban frente a frente. La figura resultó ser una mujer más mayor vestida también con ropa oscura. Tenía una figura menuda pero que irradiaba actividad y frenesí. El pelo blanco no atenuaba la frialdad de su mirada. Con una voz calmada pero firme, dijo:
-Está bien, está bien. He cometido un craso error.- Levantó las manos en señal de rendición y de paz.
-Me confundí, pensando que era otra persona. NO debiera haber adoptado una actitud ofensiva ante vos.-
Aún con la espada corta blandida en posición de ataque y en la otra mano otro puñal igual que él lanzado anteriormente, replicó con firmeza:
-Le mataré, este ataque hacia mi persona debe acarrear una consecuencia. No puedo permitir que se me ataque y una vez se haya perdido la posición ventajosa se finalice el asunto.
La atmósfera que se había creado entre las dos mujeres era a la par de tensa y extraña. Se lanzaban ataques letales y a la misma vez se comunicaban con un tono firme pero tranquilo. Preveyendo el ataque, la mujer más mayor dio un rápido paso a tras mientras alzaba la vista hacia arriba para esquivar un posible ataque al rostro.
-Estoy adoptando una postura inofensiva, admití el error ¿quieres acabar con la vida de esta anciana?
Bajó lentamente las armas fijando la mirada en los ojos que simulaban un espejo, reflejándose a ella misma. Guardó las dos armas en el interior de la chaqueta y preguntó:
-¿Por qué ha decidido atacarme?- Mientras ambos corazones recuperaban los latidos de calma.
-Me equivoqué, esta vista no es la que era antaño. Con la edad se pierde agudeza en las distancias largas. Me recordó a una mujer que conocía de aspecto muy similar. Ese cabello rojo como el fuego, esa figura… Disculpe, me presento, mi nombre es Hilmarith.-
-Mi nombre es Visoreina.- Respondió mientras alzaba la vista al cielo intentando acceder a recuerdos que permanecían en el subconsciente.
-Le debió de hacer algo grabe aquella mujer, a juzgar por el recibimiento que le habría dado.-
-Historia larga de contar, de incierto inicio y de triste final. La verdad, sus cualidades y su gracilidad en los movimientos me confirma que vos sería una perfecta candidata para que pudiera renacer y realzar lo que antaño fue una familia grande y poderosa.
El lenguaje corporal de ambas se había relajado, ahora conversaban con la misma tonalidad pero con una posición inofensiva. Intercambiaban preguntas e historias. Las horas iban pasando, y lo que empezó con el alba, estaba llegando al crepúsculo. Tal era la excitación y motivación de la conversación, que ni si quiera se detuvieron durante las horas para comer.
-Sí, acepto la misión. Agruparé a personas que reúnan las cualidades del: sigilo, sean ágiles y letales, que mantengan la calma bajo cualquier escenario y por supuesto… - Una mueca se le dibujó en los labios sabiendo que la mujer que tenía delante sabía a que se refería sin decirlo.
-Gracias Visoreina. El cometido que llevará a cabo no es sencillo. Debe aprender a seleccionar las personas que os deben acompañar. No tiemble cuando tenga que tomar decisiones amargas y premie cuando deba hacerlo. La fidelidad es muy valiosa, prémiela.
-Lo sé lo sé. Me tomaré el tiempo necesario para ello. Soy joven, podré hacerlo. Déjelo en mis manos, entiendo perfectamente lo que comporta.-
-Antes de despedirnos y que yo me pierda entre aquellas montañas, le quiero hacer entrega de este puñal que empezó todo. Lo portaba la fundadora, y que posteriormente me lo entregó. Es un puñal con el mango de oro y una A grabada en el reverso en honor a su nombre.
Visoreina tomó el puñal que Hilmarith le estaba ofreciendo por el mango, enseñándole la letra grabada. Lo balanceo entre el pulgar y el índice evaluando su equilibrio. Lo giró para observarlo por todos lados. Asintió y lo guardó de nuevo en el interior de la chaqueta.
-Gracias, prometo bajo la luz de esta luna que nos acompaña que haré honor a tan alta responsabilidad.-
Ambas mujeres unieron meñiques y cada una en silencio cogió caminos opuestos. Hilmarith conocedora de su fin, se dirigió hacia las montañas para acabar allí sus días. Por el contrario, Visoreina puso rumbo a la ciudad más cercana a empezar con la misión que se le había otorgado.
Continuará
Participantes: Visoreina, Hilmarith
Punto de vista: Narrador
Capítulo I
El piar de los pájaros más madrugadores rompía el silencio del alba. El ambiente era fresco y soplaba una ligera brisa que acompañaba a la oscuridad que había reinado durante la noche. El terreno era verde completamente, salpicado por el marrón de los troncos de los muchos árboles. Salvo por algún altiplano la zona era bastante llana y de una extensión grande. Fácil para ocultarse entre las sombras de las copas de los árboles. De repente, el reflejo de un rayo de sol contra la hoja de un puñal que volaba hacia una sombra aparentemente vacía rompió la armonía y la paz que habitaba. El puñal había salido de la nada, como si hubiese sido creado por algún ente con poderes sobre humanos o superiores. Lanzado sin emitir ni un sonido y sin titubear en el vuelo ni un centímetro. Se dirigía con la punta afilada y con el filo de color verdoso a gran velocidad a una altura del pecho de una persona. El sonido del impacto fue sordo, más alto que el sonido que estaba emitiendo la propia naturaleza en aquel nuevo día. Al suelo cayó una rama de árbol con un puñal que aún vibraba después de la penetración rápida y letal. Detrás de la rama había unas botas negras con unas hebillas doradas. Más arriba un pantalón ceñido de un color oscuro. Le acababa de vestir una chaqueta entallada de la misma tonalidad. El rostro de la mujer era alargado y la figura esbelta. Tenía un cabello rojo como el fuego largo y liso que le cubría los hombros. Con las piernas algo abiertas y un poco flexionadas por si tuviera que reaccionar con celeridad a un nuevo ataque. Armada con una espada corta y un puñal miraba a su alrededor en búsqueda de su atacante. Se quedó observando hacia la copa de un árbol cercano. Movió un pie para desplazar el cuerpo hacia un lado y ganar visibilidad. Allí estaba, era una figura inmóvil camuflada perfectamente entre las ramas y las hojas del árbol. De nuevo, la figura como sí de un espasmo se tratase, lanzó un puñal con la misma violencia que el anterior. La mujer ataviada de ropas oscuras y de doble arma esta vez lo repelió con un movimiento rápido hacia un lado y golpeándolo con la espada se perdió entre la hierba. Al volver a mirar a la copa, la figura ya no estaba allí. El lanzamiento había sido una estrategia para distraerla. No tardó en volver a encontrar a aquella persona que no sabía porqué le estaba atacando. Estaba próxima a ella, parapetada por un tronco. Esta vez pasó a la ofensiva, con un lanzamiento igual de preciso que su rival. El vuelo era bajo, se dirigía hacia una extremidad inferior. La figura reaccionó saltando hacia un lado. Pero todo había sido un engaño, justo al lanzar el puñal, se había movido con rapidez intuyendo la defensa. Así que esta vez estaban frente a frente. La figura resultó ser una mujer más mayor vestida también con ropa oscura. Tenía una figura menuda pero que irradiaba actividad y frenesí. El pelo blanco no atenuaba la frialdad de su mirada. Con una voz calmada pero firme, dijo:
-Está bien, está bien. He cometido un craso error.- Levantó las manos en señal de rendición y de paz.
-Me confundí, pensando que era otra persona. NO debiera haber adoptado una actitud ofensiva ante vos.-
Aún con la espada corta blandida en posición de ataque y en la otra mano otro puñal igual que él lanzado anteriormente, replicó con firmeza:
-Le mataré, este ataque hacia mi persona debe acarrear una consecuencia. No puedo permitir que se me ataque y una vez se haya perdido la posición ventajosa se finalice el asunto.
La atmósfera que se había creado entre las dos mujeres era a la par de tensa y extraña. Se lanzaban ataques letales y a la misma vez se comunicaban con un tono firme pero tranquilo. Preveyendo el ataque, la mujer más mayor dio un rápido paso a tras mientras alzaba la vista hacia arriba para esquivar un posible ataque al rostro.
-Estoy adoptando una postura inofensiva, admití el error ¿quieres acabar con la vida de esta anciana?
Bajó lentamente las armas fijando la mirada en los ojos que simulaban un espejo, reflejándose a ella misma. Guardó las dos armas en el interior de la chaqueta y preguntó:
-¿Por qué ha decidido atacarme?- Mientras ambos corazones recuperaban los latidos de calma.
-Me equivoqué, esta vista no es la que era antaño. Con la edad se pierde agudeza en las distancias largas. Me recordó a una mujer que conocía de aspecto muy similar. Ese cabello rojo como el fuego, esa figura… Disculpe, me presento, mi nombre es Hilmarith.-
-Mi nombre es Visoreina.- Respondió mientras alzaba la vista al cielo intentando acceder a recuerdos que permanecían en el subconsciente.
-Le debió de hacer algo grabe aquella mujer, a juzgar por el recibimiento que le habría dado.-
-Historia larga de contar, de incierto inicio y de triste final. La verdad, sus cualidades y su gracilidad en los movimientos me confirma que vos sería una perfecta candidata para que pudiera renacer y realzar lo que antaño fue una familia grande y poderosa.
El lenguaje corporal de ambas se había relajado, ahora conversaban con la misma tonalidad pero con una posición inofensiva. Intercambiaban preguntas e historias. Las horas iban pasando, y lo que empezó con el alba, estaba llegando al crepúsculo. Tal era la excitación y motivación de la conversación, que ni si quiera se detuvieron durante las horas para comer.
-Sí, acepto la misión. Agruparé a personas que reúnan las cualidades del: sigilo, sean ágiles y letales, que mantengan la calma bajo cualquier escenario y por supuesto… - Una mueca se le dibujó en los labios sabiendo que la mujer que tenía delante sabía a que se refería sin decirlo.
-Gracias Visoreina. El cometido que llevará a cabo no es sencillo. Debe aprender a seleccionar las personas que os deben acompañar. No tiemble cuando tenga que tomar decisiones amargas y premie cuando deba hacerlo. La fidelidad es muy valiosa, prémiela.
-Lo sé lo sé. Me tomaré el tiempo necesario para ello. Soy joven, podré hacerlo. Déjelo en mis manos, entiendo perfectamente lo que comporta.-
-Antes de despedirnos y que yo me pierda entre aquellas montañas, le quiero hacer entrega de este puñal que empezó todo. Lo portaba la fundadora, y que posteriormente me lo entregó. Es un puñal con el mango de oro y una A grabada en el reverso en honor a su nombre.
Visoreina tomó el puñal que Hilmarith le estaba ofreciendo por el mango, enseñándole la letra grabada. Lo balanceo entre el pulgar y el índice evaluando su equilibrio. Lo giró para observarlo por todos lados. Asintió y lo guardó de nuevo en el interior de la chaqueta.
-Gracias, prometo bajo la luz de esta luna que nos acompaña que haré honor a tan alta responsabilidad.-
Ambas mujeres unieron meñiques y cada una en silencio cogió caminos opuestos. Hilmarith conocedora de su fin, se dirigió hacia las montañas para acabar allí sus días. Por el contrario, Visoreina puso rumbo a la ciudad más cercana a empezar con la misión que se le había otorgado.
Continuará