Llevando a cabo la misión

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Sithil
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Registrado: 20 Ene 2021, 16:04

Llevando a cabo la misión

Mensaje por Sithil »

Temática: relato
Participantes: Visoreina, Hilmarith
Punto de vista: Narrador


Capítulo I

El piar de los pájaros más madrugadores rompía el silencio del alba. El ambiente era fresco y soplaba una ligera brisa que acompañaba a la oscuridad que había reinado durante la noche. El terreno era verde completamente, salpicado por el marrón de los troncos de los muchos árboles. Salvo por algún altiplano la zona era bastante llana y de una extensión grande. Fácil para ocultarse entre las sombras de las copas de los árboles. De repente, el reflejo de un rayo de sol contra la hoja de un puñal que volaba hacia una sombra aparentemente vacía rompió la armonía y la paz que habitaba. El puñal había salido de la nada, como si hubiese sido creado por algún ente con poderes sobre humanos o superiores. Lanzado sin emitir ni un sonido y sin titubear en el vuelo ni un centímetro. Se dirigía con la punta afilada y con el filo de color verdoso a gran velocidad a una altura del pecho de una persona. El sonido del impacto fue sordo, más alto que el sonido que estaba emitiendo la propia naturaleza en aquel nuevo día. Al suelo cayó una rama de árbol con un puñal que aún vibraba después de la penetración rápida y letal. Detrás de la rama había unas botas negras con unas hebillas doradas. Más arriba un pantalón ceñido de un color oscuro. Le acababa de vestir una chaqueta entallada de la misma tonalidad. El rostro de la mujer era alargado y la figura esbelta. Tenía un cabello rojo como el fuego largo y liso que le cubría los hombros. Con las piernas algo abiertas y un poco flexionadas por si tuviera que reaccionar con celeridad a un nuevo ataque. Armada con una espada corta y un puñal miraba a su alrededor en búsqueda de su atacante. Se quedó observando hacia la copa de un árbol cercano. Movió un pie para desplazar el cuerpo hacia un lado y ganar visibilidad. Allí estaba, era una figura inmóvil camuflada perfectamente entre las ramas y las hojas del árbol. De nuevo, la figura como sí de un espasmo se tratase, lanzó un puñal con la misma violencia que el anterior. La mujer ataviada de ropas oscuras y de doble arma esta vez lo repelió con un movimiento rápido hacia un lado y golpeándolo con la espada se perdió entre la hierba. Al volver a mirar a la copa, la figura ya no estaba allí. El lanzamiento había sido una estrategia para distraerla. No tardó en volver a encontrar a aquella persona que no sabía porqué le estaba atacando. Estaba próxima a ella, parapetada por un tronco. Esta vez pasó a la ofensiva, con un lanzamiento igual de preciso que su rival. El vuelo era bajo, se dirigía hacia una extremidad inferior. La figura reaccionó saltando hacia un lado. Pero todo había sido un engaño, justo al lanzar el puñal, se había movido con rapidez intuyendo la defensa. Así que esta vez estaban frente a frente. La figura resultó ser una mujer más mayor vestida también con ropa oscura. Tenía una figura menuda pero que irradiaba actividad y frenesí. El pelo blanco no atenuaba la frialdad de su mirada. Con una voz calmada pero firme, dijo:

-Está bien, está bien. He cometido un craso error.- Levantó las manos en señal de rendición y de paz.
-Me confundí, pensando que era otra persona. NO debiera haber adoptado una actitud ofensiva ante vos.-
Aún con la espada corta blandida en posición de ataque y en la otra mano otro puñal igual que él lanzado anteriormente, replicó con firmeza:
-Le mataré, este ataque hacia mi persona debe acarrear una consecuencia. No puedo permitir que se me ataque y una vez se haya perdido la posición ventajosa se finalice el asunto.
La atmósfera que se había creado entre las dos mujeres era a la par de tensa y extraña. Se lanzaban ataques letales y a la misma vez se comunicaban con un tono firme pero tranquilo. Preveyendo el ataque, la mujer más mayor dio un rápido paso a tras mientras alzaba la vista hacia arriba para esquivar un posible ataque al rostro.
-Estoy adoptando una postura inofensiva, admití el error ¿quieres acabar con la vida de esta anciana?
Bajó lentamente las armas fijando la mirada en los ojos que simulaban un espejo, reflejándose a ella misma. Guardó las dos armas en el interior de la chaqueta y preguntó:
-¿Por qué ha decidido atacarme?- Mientras ambos corazones recuperaban los latidos de calma.
-Me equivoqué, esta vista no es la que era antaño. Con la edad se pierde agudeza en las distancias largas. Me recordó a una mujer que conocía de aspecto muy similar. Ese cabello rojo como el fuego, esa figura… Disculpe, me presento, mi nombre es Hilmarith.-
-Mi nombre es Visoreina.- Respondió mientras alzaba la vista al cielo intentando acceder a recuerdos que permanecían en el subconsciente.
-Le debió de hacer algo grabe aquella mujer, a juzgar por el recibimiento que le habría dado.-
-Historia larga de contar, de incierto inicio y de triste final. La verdad, sus cualidades y su gracilidad en los movimientos me confirma que vos sería una perfecta candidata para que pudiera renacer y realzar lo que antaño fue una familia grande y poderosa.
El lenguaje corporal de ambas se había relajado, ahora conversaban con la misma tonalidad pero con una posición inofensiva. Intercambiaban preguntas e historias. Las horas iban pasando, y lo que empezó con el alba, estaba llegando al crepúsculo. Tal era la excitación y motivación de la conversación, que ni si quiera se detuvieron durante las horas para comer.
-Sí, acepto la misión. Agruparé a personas que reúnan las cualidades del: sigilo, sean ágiles y letales, que mantengan la calma bajo cualquier escenario y por supuesto… - Una mueca se le dibujó en los labios sabiendo que la mujer que tenía delante sabía a que se refería sin decirlo.
-Gracias Visoreina. El cometido que llevará a cabo no es sencillo. Debe aprender a seleccionar las personas que os deben acompañar. No tiemble cuando tenga que tomar decisiones amargas y premie cuando deba hacerlo. La fidelidad es muy valiosa, prémiela.
-Lo sé lo sé. Me tomaré el tiempo necesario para ello. Soy joven, podré hacerlo. Déjelo en mis manos, entiendo perfectamente lo que comporta.-
-Antes de despedirnos y que yo me pierda entre aquellas montañas, le quiero hacer entrega de este puñal que empezó todo. Lo portaba la fundadora, y que posteriormente me lo entregó. Es un puñal con el mango de oro y una A grabada en el reverso en honor a su nombre.
Visoreina tomó el puñal que Hilmarith le estaba ofreciendo por el mango, enseñándole la letra grabada. Lo balanceo entre el pulgar y el índice evaluando su equilibrio. Lo giró para observarlo por todos lados. Asintió y lo guardó de nuevo en el interior de la chaqueta.
-Gracias, prometo bajo la luz de esta luna que nos acompaña que haré honor a tan alta responsabilidad.-
Ambas mujeres unieron meñiques y cada una en silencio cogió caminos opuestos. Hilmarith conocedora de su fin, se dirigió hacia las montañas para acabar allí sus días. Por el contrario, Visoreina puso rumbo a la ciudad más cercana a empezar con la misión que se le había otorgado.

Continuará


Sithil
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Re: Llevando a cabo la misión

Mensaje por Sithil »

Temática: relato
Participantes: Visoreina
Punto de vista: narrador



Capítulo II


Visoreina regresa a la ciudad después del extraño suceso que le ha ocurrido en el bosque. Miles de recuerdos, de historias se le arremolinan en la cabeza. Viaja a su infancia y de repente está esquivando el puñal de Hilmarith. Vuelve a cambiar a su adolescencia y le viene la imagen de cuando tuvo que deshacerse de un borracho en su ciudad natal al intentar sobrepasarse con ella. Los pensamientos le funcionan aún más rápido que los pies. Acelera el paso que la noche ya está en todo su apogeo y es cuando los maleantes aprovechan a hacer sus excursiones. No le gustaría dejar regueros de sangre por la ciudad. Se lo prometió a Hilmarith, que pasaría desapercibida allí donde estuviese.
Estaba a pocos metros de la posada donde se estaba alojando y antes de entrar se tocó el interior de la chaqueta verificando que el puñal seguía con ella. Sonrió y asintió al notar el metal frío en sus dedos. Dio unos pocos pasos más para acabar de vencer la distancia que le quedaba hasta la puerta. Al entrar le vino un olor a comida de la sala de estar, que le recordó que no había comido nada desde el día anterior. Se acercó allí y tras una breve conversación con la camarera, en unos minutos estaba saciando el hambre que había acumulado durante todo el día. Lo devoró impávida, sin despegar los ojos del plato. Estaba comiendo, pero su cabeza seguía en otro lado. La sucesión de imágenes no descansaba, le estaba agotando las pocas fuerzas que le quedaban. Debía desarrollar un plan detallado de la estrategia a seguir. Aquello no lo tenía en sus planes. Apuró el plato y sin desaprovechar un segundo se levantó de la mesa y salió al recibidor donde estaban las escaleras. El recibidor estaba justo a la izquierda de la puerta de la sala de estar. La estancia era pequeña, con dos tramos de escaleras, uno a cada extremo. El más cercano a ella subía para luego girar y subir otro tramo quedando encima de la sala donde había cenado. Las más lejanas eran las que conducían al ala donde estaba su habitación. Caminó con la misma actitud que había llegado a la posada, el agotamiento le hacía ya mella. Recorrió el pasillo de la segunda planta de la posada, que le llevaba a la puerta de su habitación. Entró y dejó las botas al lado de la puerta. El mobiliario del dormitorio era escaso. Una cama enfrente de la puerta, una pequeña mesa a la izquierda con una silla, y a la derecha una ventana que daba justo arriba de la puerta de la posada. Se acercó a la cama, levantó el colchón y sacó un pequeño libro encuadernado con piel. Retiró la silla de la mesa, se sentó y cogiendo la pluma del interior de la chaqueta, se puso a escribir.


=-=-=-=-=-=-=-=-=-

Dia 21 del mes de Choren.
Este es el primer día que le escribo. Queda lejos aquel día que mi padre le entregó a mí. No había visto el momento de empezar y desahogar todo lo que me sucede. Hoy es el día, quiero explicarle de principio a fin como llevaré a cabo mi misión.

Todo empezó ayer. Estaba en el bosque que hay al oeste de la ciudad. Ya que la noche anterior había habido altercados en la posada y me despertaron. Salté por la ventana para evitar algún encontronazo con los afectados y me dirigí allí. A los pocos minutos ya estaba paseando entre los árboles. Poco a poco el día empezó a surgir, los pájaros cantaban, el sol allí a lo lejos se dejaba empezar a ver. El ambiente era tranquilo, reinaba la paz. Solo que de repente, escuché un crujir a mi espalda que no podía ser de ningún animal. Cuando me voltee lo único que vi fue volar algo hacia mí. Lo más rápida que fui capaz, tomé una rama del suelo y lo puse para interceptarlo. Resultó ser un puñal, me estaban atacando. Tras algunos movimientos recuperé la ventaja, aunque al final no resultó ser un ataque hacia mí. Fue todo una sucesión de eventos desafortunados, que desembocó en una conversación con una mujer que por ahora no le diré el nombre. Las horas parecían minutos, la conversación con aquella extraña era muy amena. Antes de darnos cuenta, la noche ya nos estaba acariciando como el bardo que acaricia las cuerdas del alud mientras deleita a sus espectadores con su historia. Después de realizarle una promesa que jamás romperé, me dirigí de regreso a la posada para descansar y empezar al día siguiente sin más tardar con la tarea. La idea que recorre ahora mis pensamientos es regresar a mi ciudad natal y ahí empezar a trenzar la red. A mi llegar, volveré a contarle los avances.

=-=-=-=-=-=-=-=-=-


Con movimientos pausados cerró el libro, puso la pluma en el vaso que tenía en la esquina superior derecha de la mesa y se levanto. Dos pasos le separaban de la cama. Tardó pocos segundos en recorrerlos, quitarse la ropa y ponerse la blusa que usaba para dormir. Antes de sumergirse en un sueño profundo deshizo el camino realizado. Cogió el puñal que le acababan de entregar hacía unas horas, lo puso bajo el cojín y se acostó.


Continuará...
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